Después de la magistral síntesis de Gonzalo Ortiz de la larga entrevista, en varios capítulos, al presidente Daniel Noboa, por el periodista Jon Lee Anderson, de The New Yorker, lo que le correspondería al presidente y al Gobierno es enfrentar los nuevos escenarios con la prudencia que faltó durante tal entrevista.
De la publicación quedarán varias heridas, internacionales y locales. La más grave de todas, es la que compromete la posición del Ecuador, debilitándola, ante la Corte Internacional de Justicia, en su diferendo con México. El haber expresado el presidente Noboa, en la entrevista, que si se escapaba Jorge Glas perdía el referendo, le quita fuerza a su posición, antes proclamada, de que penetraron en la embajada mexicana para detener a un delincuente.
Lo de no perder el referendo es un cálculo de conveniencia política local; lo segundo, parecía un ideal, aun si era realizado contrariando el derecho internacional que establece la inviolabilidad de los locales diplomáticos. Esto será resaltado por el Gobierno mexicano ante la Corte Internacional de Justicia. Con el cambio de Gobierno en México, la posibilidad de una negociación se ha cerrado todavía más. La nueva presidenta, Claudia Sheinbaum, ha rechazado todo acuerdo que no sea el de la presentación de disculpas por parte de Ecuador por haber invadido su embajada en Quito y el reconocimiento de la calidad de refugiado de Glas, lo cual hace casi imposible un entendimiento, este momento, y habrá que esperar a la resolución de la Corte Internacional sobre los dos juicios. La presidenta de México es pupila de Andrés Manuel López Obrador, AMLO, quien controla el partido de gobierno; Bárcena, la canciller saliente, es parte del nuevo gabinete; el nuevo canciller es un antiguo diplomático, exembajador ante la ONU, quien podría ser más dúctil.
Las otras heridas internacionales irán cicatrizando con el tiempo; la de Nayib Bukele tomará más tiempo, porque se refirió a su integridad familiar. No sé si fue calculado, pero parecería erróneo que la propia bancada oficialista haya empezado la defensa, acusando a la oposición de querer destituir al presidente acusándolo de loco, lo cual fue negado por los partidos de la actual oposición, los que se limitaron, por gran mayoría, a exhortar al presidente Noboa a ser más cauto en sus declaraciones internacionales, y a encargar al presidente de la Asamblea Nacional, Henry Kronfle, el pedir disculpas a los jefes de Estado criticados en la entrevista.
Al rechazo a lo dicho por el presidente al periodista Anderson –lo que no ha sido negado–, se suman otros hechos que lo debilitan: la negativa de la Asamblea Nacional a autorizar el enjuiciamiento penal de la vicepresidenta, Verónica Abad; el que el procurador del Estado se haya declarado incompetente para conocer la solicitud gubernamental para hacer su campaña a la reelección sin pedir licencia (para evitar ser reemplazado por la vicepresidenta); la negativa de la Corte Constitucional a autorizar un nuevo estado de excepción, sin justificar previamente la existencia de un conflicto armado interno; el que la Asamblea Nacional haya debilitado la efectividad del veto presidencial. (O)