Es evidente que no hay democracia sin periodismo y que el periodismo necesita un ámbito de libertad para su ejercicio. Pero el periodismo es un negocio, aunque el negocio sea cambiar el mundo, que es el mejor de todos los negocios. Ese negocio necesita la independencia económica para que sea un negocio de verdad y no caer en la extorsión al poder o en otros modos de conseguir dinero que no sean la provisión de certezas a audiencias.