El primo llegó a visitar con su hija. “Juega con tu prima”, ordenó papá. Yo obedecí complacida, porque de niña fui muy amiguera, me encantaban esas visitas, me encantaba conocer gente nueva y jugar con niños de mi edad. Al ser la cuarta hija mujer yo había heredado todas y cada una de las muñecas de mis hermanas, tenía tantas que no faltaban los gemelos y hasta los trillizos.

El día de la visita del primo fue inolvidable. La recién estrenada prima y yo jugamos, almorzamos, volvimos a jugar y seguimos jugando. Mientras nuestros padres conversaban sin parar nosotros jugábamos sin parar. “¡Qué prima tan genial!”, debo de haber pensado, pero el golpe bajo llegó: la prima no me quiso devolver uno de los trillizos. Yo intenté recuperarlo, pero papá intervino y se lo regaló. ¡Así, sin anestesia y sin compasión fui madre de gemelos!

Recuerdo que yo no paraba de llorar y que mientras lloraba planeaba la dolorosa venganza que llevaría a cabo. Tenía la esperanza de que esa villana volviera y yo estaba dispuesta a cortarle el pelo, a pegarle un chicle, a echarle goma, a brindarle uvillas verdes, a regalarle un ramo de ortiga... Mi abuela, al escuchar mi macabro plan, me hizo que repitiera con ella hasta memorizar cada palabra: “La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”.

Y así me crié, evitando que mi alma muriera envenenada. Tal vez por eso las palabras revancha, desquite, represalia, vendetta... me aterran.

Últimamente leo tuits en los que los políticos que pretenden volver al poder, o sus partidarios, hablan de que la revancha recién empieza. “Todo era cuestión de tiempo… Pronto les tocará el turno a los sinvergüenzas de aquí…”, escribe el caudillo, a propósito del apresamiento de la expresidenta de Bolivia.

¿En serio? ¿Todo es cuestión de tiempo y la venganza llegará?

Las amenazas no paran y, aunque el candidato diga: “El odio ya pasó de moda. En mi Gobierno, jamás perseguiremos a ningún opositor...”, yo creo que el odio se siente.

Aunque el candidato insista: “Necesitamos soluciones, necesitamos gente que ame a su patria, que ame al prójimo, que quiera encontrar prácticas reales, soluciones concretas, pragmáticas, para servir al pueblo ecuatoriano y que no se dediquen ni al odio ni a la venganza”, yo creo que el odio se siente.

El diccionario de la Real Academia Española, entre sus acepciones, dice que gobernar es ‘dirigir un país o una colectividad política’; y, entre las definiciones de política, incluye ‘cortesía y buen modo de portarse’. Pero parece que algunitos no tienen la intención ni de ser corteses ni de portarse bien.

Ahora más que nunca debemos tener presente la frase #ProhibidoOlvidar. Ahora es cuando no podemos olvidar que no queremos volver a sentir miedo, que no queremos sentirnos perseguidos, espiados, vejados. Si logramos recuperar la libertad de decir o escribir lo que pensamos, no podemos volver atrás. Creo que es el momento de cuidar la integridad de los ecuatorianos, de entender que hasta para hacer oposición tenemos que poder hacerlo con libertad y en paz, porque el miedo no es buen consejero. (O)