Hace pocas semanas les decía que el uso creciente de la inteligencia artificial en procesamiento de textos y del lenguaje lleva a muchas industrias a un proceso de “destrucción creadora”. Hoy, un mes después, la empresa OpenAI lanzó la versión mejorada GPT 4 y, visto lo que aporta, decidí dedicarle esta columna.

El GPT 4 muestra ventajas sobre su anterior versión: es más hábil conversando (incluye interacción con imágenes); posee más conocimiento especializado y capacidad para construirlo; minimiza el traslado de estereotipos y es altamente personalizable a las necesidades del usuario. Si bien OpenAI advirtió que GPT 4 puede “alucinar”, millones de usuarios ya se han volcado a pedirle desde la composición de canciones y poesías hasta que haga tareas escolares, pasando por contenidos y gráficos para publicidad y codificación de software. Traté de ver hasta dónde llegaría su impacto transformador sobre industrias, empresas y empleados, conversando largamente con GPT 4, y esto aprendí de nuestra conversación:

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El liderazgo de empresa debe redefinir estrategia, estructura y sistemas de operación. Reconocer los cambios en el hábito de sus clientes por el uso de inteligencia artificial que afectaren a la empresa. Luego, resolver estas brechas innovando su combinación de actividades, recursos y capacidades, formulando la estrategia de inteligencia artificial como nuevo pivote de la agenda de cambio estratégico. Invertir en sistemas de recolección, estructuración y gestión de datos, así como en formación y desarrollo de capacidades de aprendizaje en el personal que deba y pueda migrar al nuevo orden estratégico.

La formación y desarrollo de profesionales en todas las industrias está desafiada a reinventarse. El estudiante o empleado debe entrar en la lógica de mutuo aprendizaje con GPT 4, para ganar especialidad en el ámbito de conocimiento requerido. El paradigma del educador o jefe inmediato debe ser el de facilitador, guía y mentor. Para ello debe demostrar confiabilidad, empatía y capacidad para guiar al estudiante o empleado en la construcción de pensamiento crítico.

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En lo humano, las habilidades “blandas” se vuelven críticas para que las personas alcancen el perfil deseado. A más de habilidad para la gestión de datos, los colaboradores deben reflejar empatía; capacidad colaborativa y de aprendizaje; de comunicación y construcción de redes de relaciones. Los empleados deberán decantarse entre ser especialistas en el desarrollo de soluciones o generalistas articuladores de recursos y capacidades. Ambos perfiles son necesarios, según la realidad competitiva de cada empresa. Ambos siempre enfocados en la búsqueda de verdades y soluciones; flexibles y capaces de sobrevivir y crecer en condiciones de autonomía laboral.

Las entidades públicas deben migrar sus modelos de organización basada en procesos a modelos basados en competencias, con centros de servicios cuyos empleados tengan los perfiles antes anotados. Les ofrezco tratarlo después, Dios mediante.

En todo caso, por aquí va el rumbo del cambio, hacia una meta de la empresa que hoy luce como un horizonte. (O)