Su origen se remonta a la India del siglo VI bajo el nombre de chaturanga, desde donde se difundió por Persia, el mundo islámico y Europa. Ha sido tema literario en obras como La defensa, de Nabokov, metáfora filosófica en los textos de Borges y pasión artística para figuras como Marcel Duchamp. Hoy, millones lo juegan en línea o en persona. El ajedrez, con más de 1.400 años de historia, sigue vivo en el siglo XXI no como una reliquia del pasado, sino como una herramienta útil enfrentar los desafíos del presente.

El ajedrez ha demostrado tener efectos positivos en el desarrollo intelectual de niños y adolescentes. Un metaanálisis publicado en Educational Research Review (2016) analizó los resultados de 24 estudios con más de 5.000 estudiantes. Los investigadores concluyeron que el ajedrez tenía un efecto positivo en áreas como matemáticas y lectura, con especial incidencia en estudiantes de bajo rendimiento o contextos vulnerables. Igualmente, un estudio publicado en la Revista Ecuatoriana de Neurología (2020) concluyó que los niños que practicaban ajedrez presentaban un rendimiento superior en memoria de trabajo y planificación. El estudio también subrayó que el ajedrez favorece el desarrollo de funciones ejecutivas, esenciales para el pensamiento y la resolución de problemas. El valor del ajedrez, sin embargo, no se limita al aula, sino que es una herramienta que ayuda a forjar actitudes ante la vida. En el mundo moderno donde la gratificación inmediata predomina, el ajedrez introduce al niño a pensar con una lógica distinta: la de la espera, la estrategia, el cálculo y la formación de planes a largo plazo.

En los adultos mayores el ajedrez se ha estudiado como una actividad protectora frente al deterioro cognitivo. Un artículo publicado en The New England Journal of Medicine en el 2003 concluyó que las actividades mentalmente estimulantes –incluyendo juegos como el ajedrez– reducen el riesgo de desarrollar demencia. Para los adultos mayores la práctica regular de ajedrez ayuda a fortalecer la memoria, el razonamiento abstracto y la velocidad de procesamiento mental, todo a la vez que proporciona un espacio de socialización y entretenimiento.

El ajedrez se está volviendo a poner de moda. Y es que la expansión de sitios de internet como Lichess y Chess.com significan que hoy en día millones de personas de todas las edades juegan en línea, analizan partidas, aprenden aperturas y siguen torneos internacionales desde sus hogares. A este fenómeno se suma curioso fenómeno de la creciente popularidad del “ChessTubing”: canales de YouTube y Twitch como GothamChess, Agadmator o Anna Cramling que están dedicados exclusivamente a explorar de una forma de entretenida, accesible y dinámica. Estos canales tienen millones de seguidores y sus videos, que combinan enseñanza, humor y análisis en tiempo real, han acercado el juego a nuevas generaciones y lo han integrado a la cultura digital.

Como dijo Garry Kasparov: “El ajedrez es la gimnasia de la mente”. Promoverlo en casas y escuelas es una apuesta por una educación integral, la salud mental y la cultura del pensamiento. En tiempos de superficialidad e inmediatez, el ajedrez ofrece algo esencial: el arte de pensar. (O)