Oigo a mucha gente decir: “Ojalá el próximo Gobierno gaste más para mover la economía”. Y ahí vienen dos preguntas. Uno, ¿será que este Gobierno ha gastado poco? Dos, ¿será que es simplemente cuestión de gastar más “para mover la actividad”? Para mí la repuesta es razonablemente no en ambos casos.

Uno. Gasto del Gobierno en su conjunto (SPNF, Sector Público No Financiero) en 2022: 45.221 millones (¡vea usted la enormidad de esta cifra: 125 millones diarios!), 5.000 millones más que en 2021 (12 % más). Y el Gobierno central pasó de 21.918 a 24.858 millones (13 % más). Clarísimo: gasta más. Dentro de este aumento global, lo que sí disminuyó es la inversión (o más precisamente, el gasto no permanente), que cayó (15 % en el gobierno amplio, 30 % en el Gobierno central). ¿Será que la gente piensa solo en la inversión cuando quiere que el Gobierno gaste más, porque solo en ese rubro la caída es cierta?

Y si queremos mirar con lupa más precisa, comparemos el primer trimestre de 2023 con el mismo periodo de 2022. El gasto del SPNF aumentó en 15 %, llegando a 10.590 millones solo en el primer trimestre, que normalmente es el más bajo del año. Pero eso sí, el gasto del Gobierno central disminuyó de 7.109 a 5.864 millones, correspondiente únicamente a un rubro: menor compra de bienes y servicios por 1.700 millones (la pregunta obviamente es ¿a qué corresponde eso?, ¿es una baja real y permanente o solo algo circunstancial?).

Con este conjunto de cifras, es razonable decir que el Gobierno ha gastado más.

Uno de los mayores absurdos es pensar que el mayor gasto público estimula la economía.

Dos. Uno de los mayores absurdos es pensar que el mayor gasto público estimula la economía. ¿Absurdo? Claro, porque si bien el gasto en sí mismo ciertamente mueve la economía, para eso se tiene que haber tomado recursos del bolsillo de la gente vía impuestos o deuda, y eso la “desestimula”, porque la gente haría otros gastos si no tuviera que transferir los fondos al Gobierno. Resultado: nulo. Pero hay algo más esencial: cualquier gasto, público o privado, no es importante porque mueve la economía, sino porque la mejora vía incrementos en productividad o aumentos de satisfacción. El gasto de los hogares siempre lo logra, porque, como son intercambios libres, los consumidores (“con razón o sin razón”) al tomar una decisión de compra lo hacen porque sienten una mayor satisfacción, y las empresas aumentan productividad cuando gastan o invierten. En cambio, solo una parte del gasto estatal cumple con esa premisa, porque pagamos impuestos de manera obligatoria y luego el Gobierno “impone” en qué gasta; en ciertos casos obviamente genera productividad vía salud o seguridad o justicia, pero en muchísimos otros casos no hay ni satisfacción ni productividad. Un ejemplo son los cientos de trámites o controles del Gobierno: ¿en qué mejora la sociedad? E incluso en los casos “positivos” señalados, el Gobierno lo hace con baja eficiencia y eficacia: utilizando mal los recursos y sin cumplir bien objetivos. Así, el gasto privado es superior al estatal (que sin duda es importante cuando ayuda a mejorar la productividad, sea esta económica, social o institucional).

Conclusión, la frase correcta frente al Gobierno ecuatoriano debería ser: gaste mucho menos y gaste mucho mejor, quitándole menos a la gente vía impuestos o deuda. (O)