Mario Godoy, presidente del Consejo de la Judicatura, nos ha venido demostrando desde hace más de un año que puede evitar descaradamente tanto el escrutinio legal como el ciudadano. Se ha exhibido como un personaje colosal, por encima del bien y del mal. Pero la evidencia apunta a que es un experto en artimañas y contubernios; por eso ha llegado tan lejos en un país donde cualquier tuitero puede llamarse científico y ser exaltado.

Solo que en Ecuador, como en el resto del mundo, quedan muchas personas que no se mueven por el dinero o el poder, a las que les daría vergüenza afirmar que tienen “manos limpias”, aun si fuera así. Estas personas no tratan de influir en una sentencia, victimizándose en redes sociales y burlándose de un abogado por usar un término biomédico erróneamente. No aducen que los cuatro niños de las Malvinas poco más que se autosecuestraron, autotorturaron y autoinmolaron porque eran delincuentes. Son ecuatorianos honestos que, en el día a día, contribuyen a que este país no se revuelque por completo en la espiral de miseria, violencia, corrupción y criminalidad en la que estamos atrapados.

Uno de ellos es quien proporcionó el video que contiene la evidencia en contra de los militares sentenciados por el asesinato de Josué e Ismael Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina, y a quienes el ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, desvergonzadamente protegió mediante una amenaza velada contra una jueza. Otro es el valiente juez Carlos Serrano, quien no se doblegó ante una amenaza de muerte frente a la cámara de un acusado de narcotráfico. Según las grabaciones compartidas por los medios, Serrano también esquivó las presiones de Henry Gaibor, amigo personal de Godoy y director del Consejo de la Judicatura de Pichincha. Un tercero es Milton Castillo, quien hizo impugnaciones en representación de ciudadanos argumentando que la falta de evaluaciones por parte del Consejo de la Judicatura, que es su mandato, evidenciaba la falta de idoneidad de Godoy.

En la mitología mapuche, el wekufe es un espíritu maligno, agente de enfermedad y desorden que debe ser extraído del cuerpo que invade para restaurar el equilibrio. En Ecuador hay varios cuerpos donde se necesita extraer al wekufe: el Consejo de la Judicatura, el Ejército y el Gobierno. Pero el Consejo de la Judicatura es la punta del ovillo ya que su mandato es evaluar el sistema judicial para garantizar su probidad. Mientras sus funcionarios tengan cualquier tipo de interés en la defensa de las mafias y no evalúen el sistema judicial, como ha venido evitando hacerlo, no hay forma de rescatar el estado de derecho.

Los wekufes no son omnipotentes, sino que son utilizados por otros para aprovechar su energía destructiva. Una vez que se les extrae, el equilibrio se restablece y el sistema sana. Me pregunto si Godoy entendió que un día debía asumir las consecuencias de su ambición o ya no pudo escapar de la red que tejió. Si tiene hijos o una madre y un padre vivos, puede no volver a verlos en libertad. O el sistema judicial lo encuentra a la vuelta de la esquina, o lo hace cualquier criminal con quien tiene una cuenta pendiente. (O)