La provincia de Esmeraldas, ubicada en el noroeste de Ecuador, tiene aproximadamente 16.132 km y 643.654 habitantes. Por su belleza, podría ser uno de los destinos turísticos más visitados del país, siendo sus actividades principales el comercio, la ganadería, la agricultura, la pesca, la industria petroquímica y el turismo. Antes tenía una gran producción maderera y, debido al descontrol en su explotación, su suelo se fue desforestando poco a poco por la tala indiscriminada de sus bosques. Pero de la misma manera que permitimos y fuimos indiferentes con este ataque sistemático a la naturaleza, también lo hemos sido, por décadas, con el desarrollo de su población y la tragedia que vive actualmente.
Por años, hemos tolerado que la frontera norte con la provincia de Tumaco-Barbacoas, del departamento de Nariño, de Colombia, sea totalmente permeable, sin resguardo policial suficiente, de tal forma que, no solamente que se han introducido y se siguen introduciendo de contrabando nuestros subsidiados combustibles al vecino norteño, sino que las FARC incursionaban en nuestro país a vista y paciencia de muchos, tenían tomados nuestros territorios como suyos, donde también procesaban y ocultaban droga, y, lo que es peor, captaron y siguen captando, los disidentes de esta organización, a una gran cantidad de niños y adolescentes ecuatorianos convirtiéndolos en rehenes, primero, para luego adoctrinarlos para la comisión de delitos, como el sicariato. Hoy es la provincia que más muertes violentas registra en el país, con una tasa del 63,03 % frente al 36,08 % de la Zona 8, según datos policiales.
... todos seremos víctimas de lo mismo. Es urgente que se adopten las medidas necesarias para que recupere la paz...
“Los robos, amenazas, extorsiones y violencia general se están volviendo cada día más comunes. Y mientras ocurren estos eventos está surgiendo una nueva problemática que afecta a las madres y a sus hijos: el deterioro de la salud mental... El 28 % de estas mamás tenía riesgo para depresión materna, muchas de ellas con ideas suicidas”, publicó este Diario el pasado 24. “Si no hacemos nada, esto se volverá tierra de nadie”, ha dicho el jefe policial ante el acelerado incremento de asesinatos y robos.
Y no solo eso, también es territorio de narcotráfico, víctima de las amenazas de las bandas de delincuentes, entre los que se dice hay adolescentes que se enfrentan con sus enemigos de similares edades. La gente que puede huye hacia otros lugares del país, mientras que los que se quedan no saben si será para contarlo. Estas manifestaciones de violencia e inseguridad hacen que nadie quiera vivir y menos invertir en Esmeraldas.
Pero estos fenómenos no se dan de la noche a la mañana: se han ido gestando a lo largo del tiempo y hoy, ante la falta de intervención del Estado, que descuidó sus linderos con su vecino y no creó fronteras vivas para protegernos, esta provincia está cada vez más empobrecida y violenta.
Parecería que esta provincia no fuese parte nuestra, como que su contaminación no nos va a alcanzar, porque no pensamos que esto es como el fuego, que se va expandiendo y que, tarde o temprano, todos seremos víctimas de lo mismo. Es urgente que se adopten las medidas necesarias para que recupere la paz, la salud y la riqueza. El drama de Esmeraldas es también nuestro; es de todos. (O)