Contemplando que el presidente de los Estados Unidos, luego de colocar una formidable flota naval, en el mar de Maracaibo, frente a las costas de Venezuela, amenaza con impedir la libre circulación aérea en la misma zona, he recordado la afirmación del expresidente Velasco Ibarra, en su última administración, ante una conferencia de internacionalistas, congregados eACEn Quito: “No hay derecho internacional”. Eso dejó perplejos a todos, pero es hoy más cierto que antes.
El señor Petro, presidente de Colombia, y presidente de turno de la Celac, ha solicitado una reunión urgente de la OACI, organismo mundial regulador de la aviación civil, para que corrija esta irregular situación violatoria de los tratados internacionales. Las víctimas, los usuarios, los pasajeros, que poco o nada podrán reclamar ante un hecho de “fuerza mayor”. Ni el orden penal podrán reclamar porque Estados Unidos no reconoce a la Corte Penal Internacional, y más bien sanciona a los jueces que osan condenarlos.
De la misma manera quedan impunes, o tratarán de así quedar, los funcionarios estadounidenses que dispusieron el hundimiento de las pequeñas embarcaciones de pescadores, que encontraron la muerte, al cruzar por aguas internacionales. Es probable que se sancione a los responsables, porque en el Senado de Estados Unidos se ha acusado de crímenes de guerra al secretario de la Guerra y al secretario de Estado. Hay que tener que las cosas se agravarán para los responsables, porque el Gobierno actuó sin contar con la autorización del Senado.
Mucho de lo que se está viviendo tiene lugar porque el presidente de Estados Unidos quiere controlarlo, y favorecer a sus afines, a los que le someten. Presenciamos, atónitos, que se busca la destitución del izquierdista presidente de Venezuela, acusándolo de traficante de drogas, mientras se indulta al presidente derechista de Honduras sindicado por las leyes americanas por el envío de tonelada de droga, para favorecer a su partido en la contienda electoral.
En el caso de Venezuela, su presidente ha recibido un frontal respaldo de las otras grandes potencias mundiales: Rusia y China, que han transformado en multipolar el mundo unipolar de los Estados Unidos. Penosamente, esta disputa mundial está afectando a la unidad latinoamericana: según la información internacional, la República Dominicana habría autorizado a Estados Unidos el uso de su territorio, de sus aeropuertos, para eventuales operaciones militares contra Venezuela. Es importantísimo preservar la unidad latinoamericana, que permite resistir las presiones de las grandes potencias.
Dado el enfrentamiento existente entre las grandes potencias, es saludable que el pueblo ecuatoriano se haya pronunciado contra la instalación de bases militares extranjeras. Estas no han servido para controlar el crimen organizado; la experiencia en la Base de Manta fue negativa: aumentó la delincuencia, y hoy podrían ubicarnos como partidarios de una de las potencias, y convertirnos en blanco de operaciones militares.
No debemos apoyar a ninguna invasión del suelo americano, que probablemente costaría muchas vidas. (O)