Hay escasez de crédito y es necesario eliminar rigideces que dificultan que las empresas consigan préstamos externos. Pasemos revista a la situación.

Las tasas de interés están al alza en el mercado nacional por varios motivos. Primero por la inflación. Hasta 2021 la inflación era negativa, o sea que hasta teniendo el dinero en cuenta corriente el depositante se beneficiaba. Pero se avivó la inflación en EE. UU. y Europa lo que en nuestro país causó el alza de precios de los productos importados y de los que procesan insumos extranjeros. El resultado fue que de no tener inflación pasamos a un alza de precios de 4,2 %, que afortunadamente ya se ha desacelerado a 2,8 %. La inflación llevó a la banca a elevar la tasa para depósitos y a pasar ese aumento a la tasa para créditos. A eso se suma que la banca ya prestó el dinero que había guardado en exceso durante la pandemia y ahora la demanda de crédito crece más que los depósitos. Comienza a escasear el crédito.

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Para cambiar esta dinámica la banca sube la tasa de interés, y así persuadir a los ecuatorianos a ahorrar en lugar de gastar, además de desalentar a algunos de los que quieren crédito. Pero se topa con un problema: la debilidad del Gobierno inhibe a las autoridades de modificar al alza las tasas máximas permitidas. A los topes actuales se desalienta el crédito para los negocios -que tienen un máximo legal muy bajo- y se favorece el crédito de consumo.

Ante la falta de crédito interno la empresa privada busca crédito afuera para invertir localmente y también la banca local accede a líneas de crédito del exterior. Pero como las tasas de los préstamos externos han subido tanto, la normativa vigente no les permite deducir de la base imponible para el impuesto a la renta la totalidad del costo del crédito externo. Esa situación torna inconveniente endeudarse afuera. Por lo tanto, el crédito continuará restringido.

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El buen uso de los créditos

De no hacer lo uno o lo otro, la economía se mantendrá constreñida por falta de crédito.

La normativa en cuestión se la montó para cerrar la puerta a un mecanismo de evasión. Solía ser que algunas personas registraban créditos concedidos por partes relacionadas en paraísos fiscales a tasas elevadísimas, esto les permitía evadir el impuesto a la renta y sacar dinero del país. Eso se cortó en 2015 -una buena medida de la Junta Monetaria presidida por Patricio Rivera durante el correato-. Solo se puede deducir costos financieros hasta un tope, 0,25 de punto porcentual por sobre el promedio de la tasa de interés corporativa en el mercado nacional.

Para que el mecanismo funcione bien se debe permitir que la tasa corporativa fluctúe según el mercado. Pero como ya indicamos, hay un máximo legal artificialmente bajo que la constriñe. Esa situación además de hacer escasear el crédito interno para los negocios también restringe el acceso al crédito externo. Para que funcione bien el mecanismo de 2015 que cierra la posibilidad de fraude tributario es necesario que las tasas máximas se ajusten a las realidades del mercado.

Lo apropiado es elevar las tasas máximas, que podrían volverse a reducir cuando el crédito se abarate. Ha trascendido que las autoridades se inclinan por modificar la fórmula que ata el tope del crédito externo a la tasa corporativa. Es menos elegante, pero igual serviría. De no hacer lo uno o lo otro, la economía se mantendrá constreñida por falta de crédito. (O)