Ataviado con añejas ropas de cochero, Niels Olsen recorría, hace más de una década, céntricas plazas australianas al mando de un par de caballos y con turistas o parejas de enamorados como sus pasajeros. Ese, como el de mesero, vendedor y hasta encuestador, estuvo entre los trabajos que realizó como tiempo parcial mientras se especializaba en turismo en el exterior, y lo escuché de su propia boca, pues lo cuenta orgulloso.
El flamante presidente de la Asamblea Nacional, un millennial emprendedor y muy aterrizado, tuvo también su faceta de mochilero, en la que recorrió el otro lado del mundo, y al volver ya especializado, fue por un tiempo cafetero al asumir el manejo profesional de la imagen del negocio de su primo, Sweet & Coffee, que estaba en pleno ascenso. Y que luego hizo del turismo su emprendimiento en Bucay. Experiencias que también relata con brillo en los ojos.
Su salto a la política fue casual. Invitado a participar en conversatorios con el entonces candidato Guillermo Lasso, surgió la química entre ambos cuando Olsen explicaba con solvencia cómo el turismo, la industria sin chimeneas, podía ser un importante aporte para destrabar este país que vive de crisis en crisis. Fue después de eso que Lasso presidente lo invitó a sumarse a su gabinete en la cartera de Turismo, en la que luego de la muerte cruzada fue ratificado por el ahora también ratificado en el poder Daniel Noboa.
Antes de su primera acción política buscó responsablemente preparación para poder desenvolverse en el cargo que había aceptado. Me consta. Y lo hizo disciplinadamente en la carrera contrarreloj que suelen ser los previos de un cambio de mando.
Dicho esto puedo expresar que, a pesar de sus “solo” 37 años y su poca experiencia en política electoral y burocrática, el Niels Olsen que conozco es una persona muy empática, organizada y, sobre todo, apasionada por el país. Que está convencido de que un mejor presente y futuro son posibles, si se hacen las cosas como deben ser.
Hoy lo veo emprendiendo un reto enorme en la política: cruzar por el pantano sin mancharse. Anteponer lo que le conviene al país a los deseos o intereses incluso de quienes lo invitaron, mantuvieron y mantienen como servidor público. Soportar la arremetida feroz que, sin duda, le preparan quienes están pensando más en las próximas elecciones que en la crisis que nos carcome.
Es deseable que, si bien es militante del mismo partido del gobernante, no olvide jamás que la Asamblea legisla para todos y también fiscaliza, y que eso de meter las manos en el fuego por funcionarios y dignatarios es una práctica que ha dejado muchas manos chamuscadas en entornos presidenciales.
Que el Niels que se atrevió a conocer el mundo mochila al hombro y en escatológicos refugios de viajeros; el que decidió un día que, para poder mantenerse, debía disfrazarse de cochero y pasear enamorados australianos, tenga ese mismo coraje para empujar ahora la maquinaria política potente y pesada que es la Asamblea, con mayorías que jamás garantizan amor eterno, o el permanente ánimo de bloqueo de quienes no aceptaron institucionalmente el resultado electoral y seguirán repitiendo “fraude” cada vez que tengan una oportunidad. (O)