Las relaciones entre EE. UU. y Ecuador fueron cordiales y de cooperación mutua hasta finales del siglo pasado. Nos mantuvimos hasta 1985 virtualmente libres de producción de coca, combatiendo el lavado de dinero y el trasbordo de drogas y productos químicos esenciales para el procesamiento de la cocaína. Para mantener este objetivo, Ecuador y Estados Unidos suscribieron en 1999 un acuerdo de diez años por el cual los aviones de vigilancia militar estadounidenses podrían utilizar la Base Aérea de Manta, como ‘Localización Operativa Avanzada’ para detectar el tráfico de drogas por la región.

El acuerdo expiró en 2009, y el gobernante de entonces se negó a renovarlo, aduciendo que su presencia constituía un atentado a la soberanía ecuatoriana. Quedó sin vigilancia el tráfico aéreo de drogas y nuestra frontera marítima. Previamente, la colombiana narcoguerrilla FARC y su líder Raúl Reyes instalaron y pusieron en operación su campamento fronterizo en Angostura. Lo anterior derivó en la propagación del narcotráfico fronterizo con nuestros puertos como centros de su distribución marítima mundial. En 2011 expulsó a la embajadora de los EE. UU., congelando así las relaciones con ese país durante ocho años, y marginándonos de esta fundamental ayuda. Las consecuencias nos relevan de mayores comentarios. Diariamente los medios nos traen sus resultados.

El 24 de marzo de 2021 el Senado de los EE. UU. adoptó unánimemente una resolución que celebra el rumbo democrático imperante en el país, a partir de las elecciones de 2021, y los senadores norteamericanos Menéndez, Risch, Kaine y Rubio, de gran relevancia en la política norteamericana, han presentado al Congreso de la Unión un proyecto de ley denominado United States - Ecuador Partnership Act, que contiene un acuerdo de colaboración de los Estados Unidos con el Ecuador.

De la lectura parcial del preámbulo de la proyectada ley, en síntesis, podemos advertir que las relaciones entre los EE. UU. y el Ecuador nunca han gozado de tan buen estado como actualmente, y que la intención que se deriva de dicho acuerdo revela la actual importancia geopolítica continental que el Ecuador tiene para los

EE. UU., alejándolo de los cambios políticos hacia la izquierda extrema de varios gobiernos sudamericanos.

Obliga a las secretarías (ministerios) de Estado, Tesoro, Agricultura, Agencia Financiera Internacional para el Desarrollo, y a los organismos adyacentes, impulsar los esfuerzos oficiales y del sector privado destinados a incrementar la inversión y fortalecer la prosperidad económica que puedan derivarse de la ley para beneficio mutuo entre ambos países.

El proyecto de ley está orientado a alcanzar objetivos comunes, mediante programas que incrementen la capacidad del sistema de justicia del Ecuador y el de sus autoridades para combatir los ilícitos económicos, la corrupción, las organizaciones criminales internacionales y las perniciosas influencias extrajeras. En fin, a impulsar todos los esfuerzos del sector privado destinados a incrementar la inversión y la prosperidad económica derivada de la aprobación de dicha ley para el Ecuador. ¡Bienvenida la ayuda de los Estados Unidos! (O)