Para Donald Trump el color gris no existe. Las personas, países, instituciones o empresas son blancos o negros, y toma respecto a ellos medidas drásticas sin consultar a su equipo.

A sus ojos hay al menos tres diferencias que hacen al Brasil de Lula negro, y a la Argentina de Milei blanca. Sus decisiones respecto a esos países nos dejan claras enseñanzas.

Ideología: América Latina tiene mayoría de gobiernos de izquierda, encabezados por Sheinbaum en México y Lula, y donde se ubican Colombia con Petro y Chile con Boric, países que fueran hasta hace poco cercanos a Washington. Milei es el más importante aliado de Trump en América Latina.

La motosierra y el machete

Dólar: Brasil es miembro fundador de los Brics, grupo que busca destronar al dólar como la moneda del comercio internacional, bajo la batuta de Pekín. Milei en campaña ofreció dolarizar.

Amistad: Para Trump, Bolsonaro es su alter ego brasileño. Los seguidores de ambos protagonizaron acciones violentas cuando perdieron la reelección. Trump vuelve al poder, en cambio, Bolsonaro es declarado culpable de intento de golpe de Estado y condenado a 27 años de prisión; Trump culpa a Lula. Milei apoyó abiertamente a Trump durante la campaña presidencial de EE. UU., sin importarle contrariar al presidente Biden.

La reacción de Trump frente a ambos países son opuestas: a Brasil le clava un arancel de 50 %, luego reducido a 10 % a productos que para Washington son difícil de reemplazar. A Milei le ofrece un apoyo para superar la crisis política y económica que enfrenta.

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En septiembre 7 el partido de Milei perdió ante el peronismo las elecciones en la provincia de Buenos Aires y se abre la posibilidad que también pierda las elecciones legislativas de octubre 26. En 2026 la deuda externa que Argentina renegoció en 2020 comienza a vencer, los inversionistas redoblan su compra de dólares ante una posible moratoria, considerando que al Gobierno se le acabarán las reservas monetarias por su intervención en el mercado cambiario en su intento de impedir una devaluación del peso.

El secretario del Tesoro Bessent anunció que EE. UU. hará “todo lo que haya que hacer” para rescatar a Argentina, y se comprometió a invertir $ 20 mil millones en la compra de papeles de su deuda externa, acción cuyo único precedente es el de Clinton a México en 1994 en la Crisis del Tequila.

El desempeño de Daniel Noboa pasa con altas notas las tres pruebas de Trump arriba mencionadas: él y Milei son los únicos aliados ideológicos en Sudamérica; Ecuador está dolarizado; Daniel y Donald tienen una excelente relación personal. Hay que capitalizar en ello, en aranceles y en deuda.

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En abril, Trump aplicó a Ecuador aranceles más elevados que a sus competidores regionales. Cuando Trump se pronuncie respecto a los nuevos aranceles para Ecuador, la aspiración es que los fije por debajo de los de sus competidores, en particular Colombia, algo crucial para el banano, otras frutas y las rosas.

Ecuador, como Argentina, renegoció su deuda externa en 2020 y se aproximan importantes vencimientos. Pagar esos bonos requiere un gran sacrificio, y podría aspirar a un tratamiento como el de Argentina, ahora que Trump está dispuesto a “hacer lo que sea” en apoyo de sus escasísimos amigos regionales. (O)