Luce exitosa la estrategia para elevar el precio del diésel. Se rompe una racha de décadas de logros menores y rotundos fracasos. Es el mejor plan que le hemos visto a este Gobierno de coordinación de varios ministerios para superar un problema agudo. Evidencia el beneficio de la experiencia acumulada en casi dos años en el poder.
El alza de precios de los combustibles la inició Lenín Moreno en octubre de 2019 y enfrentó innumerables contratiempos. Recién en 2025, seis años después, Daniel Noboa completa el alza de la gasolina a precios internacionales, pero el diésel lo eleva de un plumazo en un dólar por galón, alza de 56 %, y desde diciembre se ajustará 5 % mensual.
La medida agita los mercados; agricultores, transportistas informales y placeros pescan a río revuelto y elevan sus precios. Pero esos precios especulativos tendrán una duración efímera y pronto bajarán a sus niveles habituales.
El alza abrupta del precio del diésel le genera al Gobierno ingresos de $ 100 millones al mes, lo que le permite ofrecer compensaciones que diluyen la resistencia. Un alza gradual no le hubiera traído ingresos inmediatos, y no hubiera habido compensación.
Hay tres grupos con capacidad de echar abajo la medida:
1. Buseros. Su paralización hubiese creado caos en las grandes ciudades. Noboa anunció que les pagaba el valor pendiente por compensación del medio pasaje de la tercera edad y escolares; un total de
$ 11 millones. Además que durante 8 meses les daría un subsidio de entre $ 450 y $ 700 (según ciudad) a 11.700 buseros. Por lo que no hay paralización. Dentro de 8 meses el problema recaerá en los municipios, y se centrará en nuevas tarifas o compensaciones por el alza en los costos, ya no solo diésel.
2. Transporte pesado: hubieran cerrado las carreteras. Anteriormente siempre se opusieron al alza del diésel. El alza del diésel al transporte pesado afecta a un eslabón de la cadena que lleva un producto del campo, fábrica o puerto hasta el consumidor final, quien a la postre es quien pagará el alza. La elevación del diésel lleva a una negociación de tarifas que puede tomar semanas entre transportista y empresa contratante, pero a la postre se impone el juego de la oferta y la demanda. El Gobierno hace llevadera esa tensa situación concediéndoles a 6.600 transportistas una compensación sin mayor trámite de $ 1.000 mensuales durante dos meses, además de crédito subsidiado y bono por chatarrización y renovación de unidades. Fenatrape aceptó el plan.
3. La Conaie, que puede armar un levantamiento. Es el principal desafío que le falta superar a Noboa. El Gobierno entrega a 100.000 campesinos pobres un bono de $ 100 por una sola vez para enfrentar los inconvenientes que puedan tener en el periodo de ajuste, además de ampliación de líneas de crédito subsidiado. Muchos de los beneficiarios han de ser de la Conaie. Pero igual los de Iza anuncian un paro y movilizaciones.
La estrategia del Gobierno debe contemplar cómo neutralizar esta amenaza. El presidente declaró estado de excepción en las provincias de mayor presencia de la Conaie y trasladó temporalmente la sede del Gobierno al territorio de Iza, Cotopaxi, y de la vicepresidencia a Imbabura. Para bien del país, hacemos votos porque salga airoso de esta prueba. (O)