La revolución de Leonidas Iza ha logrado un triunfo significativo: subvertir aquel viejo, informal y perverso principio que ha imperado en este país dominado por los blancomestizos. Me refiero a aquello de que en el Ecuador “la justicia es solo para los de poncho”. Desde hace siglos, los aparatos judiciales, penales y policiales han sido más severos con los indígenas, los afroecuatorianos y los pobres, y más indulgentes ante los delitos cometidos por los “blanquitos” acomodados. De hoy en adelante: el bloqueo de vías, la paralización del país, el derramamiento de productos agrícolas y lácteos ajenos, la destrucción de propiedades públicas, el apropiamiento de bienes privados, el homicidio de un policía, el sabotaje de servicios públicos y el ataque a vehículos oficiales y particulares no constituirán delitos si se cometen en el nombre del derecho a la resistencia de los pueblos indígenas durante un paro nacional. En cambio, la represión de tales acciones por cualquier mecanismo y en las mismas circunstancias constituirá un grave delito.

Considerando la composición actual de nuestra Asamblea y sus motivaciones, el juicio que han planteado algunos asambleístas de UNES (Unión por la Esperanza) y de Pachakutik contra el general Patricio Carrillo, ministro del Interior, por las medidas dictadas durante el reciente paro de junio, tiene muchas posibilidades de culminar en una condena. Este desenlace sellaría la subversión anunciada y le daría “la vuelta a la tortilla” del espíritu opresivo que ha animado la aplicación de la justicia en el Ecuador en contra de las minorías y particularmente de los indios ecuatorianos. Pero esta subversión completa quizás es la otra cara de la misma moneda: el ejercicio discriminatorio y vengativo de la justicia a cargo de quienes han accedido al poder de cualquier manera y en contra de los que no lo tienen. Y también: la otra cara de la única moneda que por un lado muestra el racismo excluyente de los blancomestizos, y al reverso exhibe el “indigenismo” culposo, diletante y condescendiente de los mismos, fusionado con la violencia vindicativa de los antes oprimidos.

UNES y Pachakutik plantean juicio político al ministro del Interior, Patricio Carrillo, por represión en el paro de junio

Como en el Ecuador la “justicia” no siempre honra a la justicia, el ministro Carrillo deberá prepararse para afrontar una condena. Pero ¿cuál “justicia” se le aplicará? Porque en el Ecuador tenemos al menos dos “justicias”, sin contar con aquellos “códigos de honor” entre mafiosos, políticos y políticos mafiosos. Está la justicia que supuestamente norma las relaciones de los ciudadanos de este país en el espíritu de que todos somos iguales ante la ley, y luego la ancestral justicia indígena, que regula las relaciones entre los miembros de sus comunidades, aunque también puede aplicarse contra los blancomestizos que infringen esos códigos. Pero nuestros indios habitualmente prefieren acogerse a su propia justicia y exigen que algunos “blanquitos” se sometan a ella. Entonces, podría ser que el ministro Patricio Carrillo sea destituido, además de otras sanciones penales. Pero por si acaso, también podría ir pensando qué calzoncillo ponerse el día que deba soportar el baño en agua helada y la ceremonial ortigada en alguna plaza pública. (O)