En las sociedades de personas libres y responsables podemos coexistir sin coincidir en todo. Se logran consensos sin unanimidad, esto es, descentralizar aquello en lo que no estamos de acuerdo a nivel nacional y que se pueda implementar desde los gobiernos locales.

La democracia liberal la debemos construir desde abajo, desde los gobiernos locales hacia arriba.

Consideremos el caso del subsidio a los combustibles. Un estudio del BID de 2019 indicaba que en los últimos 10 años Ecuador había gastado un promedio de $ 2.300 millones al año en este subsidio, aproximadamente “7 % del gasto público o dos tercios del déficit público”. El estudio concluyó que es altamente regresivo, beneficiando principalmente a las clases más altas.

No hay un consenso nacional acerca de la mejor manera de asignar recursos públicos, según las diversas preferencias de los ciudadanos. Si bien sería mejor eliminar los subsidios a los combustibles y compensar a los más vulnerables, no hubo un consenso en torno a eso en 2019. Entonces, consideremos descentralizar el problema hacia los gobiernos locales.

El Gobierno central derivaría la decisión de cómo se utilizan los recursos hoy despilfarrados en el subsidio a los combustibles a los municipios. Estos podrían elegir entre dos opciones: continuar subsidiándolos o recibir el valor equivalente para financiar obras de infraestructura local para beneficio de sus comunidades.

El Gobierno central continuaría gastando lo acordado, que se espera llegue a $ 3.214 millones en 2022. Supongamos que el cantón Guayaquil y los municipios aledaños, que se podrían unir a su iniciativa, consumen un 25 % de ese subsidio. Esto equivale a $ 803 millones. ¿Los habitantes de estos cantones realmente prefieren gastar $ 803 millones (supera el total del presupuesto de Guayaquil para 2022, $ 782 millones) en un subsidio regresivo o destinarlo a proyectos de obras locales de infraestructura?

Así el Gobierno transparentaría lo que realmente nos cuestan estos subsidios. ¿Cuántas calles, mejoras en el acceso al agua y la sanidad, vías, etc., se podrían realizar en mi ciudad con lo que gastamos en subsidios?

Petroecuador implementaría un mecanismo de facturación que le permita retener directamente el valor correspondiente al subsidio a los municipios que decidan dejar de subsidiar combustibles en su cantón y destinar esos recursos a obras de infraestructura.

Esta propuesta reduciría la escala del conflicto a nivel local y permitiría que los municipios empiecen a desarrollar su capacidad de autogestión. El señor Iza y su grupo tendrían que llevar su lucha a sus respectivos cantones. Probablemente se dará el contrabando interno de combustibles, como se da actualmente el contrabando a través de las fronteras norte y sur. Pero eso solo serviría para ilustrar una vez más el despropósito de la política de subsidios.

Alexis de Tocqueville decía en Democracia en América: “Las instituciones de la ciudad”, es decir del gobierno local, “son para la libertad lo que las escuelas primarias son para el conocimiento; la ponen al alcance del pueblo; le dan una probada de su ejercicio pacífico y los acostumbra a su uso. Sin las instituciones de la ciudad, una nación puede pretender tener un gobierno libre, pero no posee el espíritu de la libertad”. La democracia liberal la debemos construir desde abajo, desde los gobiernos locales hacia arriba. (O)