El puente se cayó antes de poner la primera piedra. Como estaba previsto, desde la otra orilla bombardearon a los potenciales constructores cuando estos recién esbozaban el proyecto. El mismo día en que el presidente lo anunció en su informe a la nación, esa vía ya era obsoleta y estaba destinada al fracaso. Para ese momento, ya se sabía que la destitución de la presidenta de la Asamblea –que era un freno a los apetitos de los opositores– era algo inevitable. En el mundo de la política todos sabían que la eliminación de ese freno (un freno defectuoso, hay que decirlo) era un paso decisivo en el proceso de demolición necesario para lograr la impunidad de los delincuentes. Era una verdad a gritos en ese mundo, pero el Gobierno prefiere vivir en otro.

... el espacio del Gobierno se ha reducido... y la desestabilización ronda con más fuerza.

Con ese hecho, la alianza demoledora logró su tercer triunfo consecutivo, después de la amnistía y del archivo de la ley de inversiones, y afianzó una mayoría de oposición radical. De ahí en adelante, el camino está expedito. Sin mayor cuidado por las formas, ya han dejado ver lo que se viene. Antes de que el agua se enturbie, harán todas las maniobras necesarias para intervenir en el Consejo de Participación Ciudadana y, de esa manera, tener vía libre para nombrar un contralor tan adecuado para sus fines como Pólit. En la mira está también la fiscal, como lo anunció el asambleísta del piscinazo en la Florida. Incluso, no se puede desechar la posibilidad de que desde ese espacio hayan salido las maniobras que produjeron la pugna entre las dos instancias más altas del Poder Judicial.

Paralelamente, un grupo de personas inició el proceso de revocatoria del mandato del presidente. Hay que aceptar sus declaraciones acerca de su independencia con respecto a cualquier sector político, pero eso no deja de situarlos en la marea de la demolición. Si bien es poco probable que llegue a concretarse la revocatoria debido a los trámites engorrosos que se deben cumplir y los cálculos políticos con que se tomarán las decisiones en el Consejo Electoral, ellos podrían ver cumplido su objetivo de recortar el mandato del presidente. Lo lograrían gracias a una de las múltiples barbaridades que adornan a la Constitución. Esta le autoriza al presidente a acudir a la muerte cruzada en cualquier momento, incluso cuando la Asamblea ha iniciado el mismo proceso o cuando está sometido a juicio político, con mayor razón cuando corre el riesgo de que se revoque su mandato. En ese caso, si el presidente se les adelantara, conseguirían una parte de su objetivo, pero le cederían la iniciativa y por tanto le fortalecerían.

Con todo esto y con las declaraciones filo-fascistas de la alcaldesa de Guayaquil (que hechizan a los votantes y la liberan de las responsabilidades que tiene en su cargo), el espacio del Gobierno se ha reducido a la mínima expresión y la desestabilización ronda con más fuerza. La debilidad y la ceguera política del círculo gubernamental permitió que la aplanadora avance hasta el punto en que se le cierran prácticamente todas las posibilidades de negociación. Y esto no se soluciona con patear la pelota a la cancha de la justicia, como lo hizo el ministro de Gobierno. (O)