El “efecto heliotrópico” es “un fenómeno por el cual las plantas se orientan y crecen según la luz que reciben”. Las personas con frecuencia nos orientamos y crecemos de acuerdo con los referentes que tenemos. También nos estancamos y anulamos según los referentes que nos imponen las circunstancias. Los referentes, en todos los campos, juegan un papel importante. Los seres humanos debemos explotar nuestro potencial. Con frecuencia ese potencial permanece oculto hasta que alguien nos ayuda a descubrirlo. Podría también enterrarse, por ejemplo, al envenenar la mente de los niños en contra del padre o de la madre que se separó de la pareja; esa maldad es uno de los actos más perversos y determinantes del futuro de los niños. Crecerán, al menos, resentidos y prejuiciados y hasta con tendencia a escapar al mundo de las drogas o del alcohol. La justicia divina se debe encargar de castigar a quienes dañan el noble corazón de los niños a causa de las separaciones, pues en la justicia terrenal la prueba de la maldad señalada es casi imposible.

Ahora bien, siempre es posible cambiar los referentes para que estos sean una inspiración en nuestras vidas, en factores que favorecen nuestro potencial, en factores de éxito. El referente no puede ni debe ser la riqueza ni la fama. Estos elementos son solo síntomas, consecuencias de algo que está detrás. El referente está construido sobre la base de los valores que hacen posible el progreso. La autora de la saga de Harry Potter fue rechazada por más de 10 editoriales y vivía de una pensión del Estado para pobres, hasta que una editorial aceptó su obra y hoy es rica. ¿Es admirable su riqueza o su constancia y talento? Su riqueza es una consecuencia, no una causa. Siempre las verdaderas luces provienen de valores, y gran parte de las desgracias de los disvalores.

Las familias y el Estado deben hacer sentir a las personas como seres valorados, apoyados y respetados. Las constituciones de los Estados son muy importantes por ser el máximo referente jurídico de la sociedad; pero su verdadero valor reside en su contenido, en la sabiduría con que abordan las instituciones y los derechos, en el equilibrio de sus fórmulas; no en la cultura de las circunstancias. R. Alexy pone un ejemplo elocuente: el primer artículo de una Constitución dice: “X es una república soberana, federal e injusta”. La injusticia es un disvalor, y es estúpido que diga tal barbaridad. Por cierto, son tantas las aberraciones jurídicas que se han aprobado por los jueces, que considero que en el artículo 1 de la Constitución debe incorporarse la siguiente frase: “En Ecuador los jueces no pueden, a título de creación de derecho, de interpretación jurídica, ni a ningún título, desdibujar o desnaturalizar las instituciones y los derechos”. Y creo que el primer párrafo debe decir: “El Ecuador es un Estado constitucional de derecho que protege y garantiza la dignidad humana como fuente de todos los derechos, la libertad en todas sus formas lícitas; que privilegia, esencialmente, la prosperidad general, la igualdad, el bien común y la inversión como fuente de riqueza y empleo para todos los sectores de la sociedad”. (O)