Por iniciativa de Apcsa, Asociación de Industrias de Protección de Plantas y Ganaderías, los exministros de Agricultura Leonardo Escobar y Emilio Gallardo, los ingenieros Víctor Hugo Quimí y Juan González y la agricultora y lideresa agraria Cecilia Calderón celebraron una reunión con la finalidad de recomendar posiciones respecto de las graves amenazas al plátano y banano, que ponen en riesgo su protagonismo mundial, siendo además fundamentales para sostener la economía y el trabajo de millones de ecuatorianos, ahora en serio riesgo, si no de extinción, de significativas reducciones de producción que trastocarían las finanzas públicas y convulsionarían la tranquilidad social. Estimuló el conversatorio el ineficaz esfuerzo estatal para contener la difusión de la enfermedad bacteriana conocida como moko, que afecta a ambos cultivos, fortalecida por las condiciones climáticas imperantes.

Ha sido irrelevante el paupérrimo presupuesto que el Estado ha asignado para aplicar un remedo de contención, mientras que los productores han realizado inversiones en obras que en la práctica son insuficientes, con egresos elevados que empujan su economía a la precariedad y resultados negativos, porque el patógeno continúa su avance impetuoso, sumiendo a los agricultores en deudas impagables. En paralelo, estudiosos particulares y universidades han identificado soluciones prácticas que, aunque no eliminan el flagelo, lo mantienen bajo los umbrales de daño y satisfactorio control, utilizando microorganismos que aumentan la fortaleza supresora del suelo y aplicando bioestimulantes vegetales de creciente empleo en el mundo civilizado agrícola. De otro lado, ha quedado claro que no existe una información real de la superficie de banano, peor de plátano, mucho menos se ha cuantificado la magnitud de la patología, lo cual limita las soluciones. Frente a esa situación, empresarios bananeros independientes han resuelto, asesorados por técnicos de buena voluntad, financiar la contratación de un experto en el uso de técnicas multiespectrales, sensores para medir humedad y nutrientes, zonificación de riesgos con sistemas de información geográfica (GIS), para que los cultivadores puedan optimizar decisiones acordes con las particularidades de cada finca y facilitar la adopción de medidas rápidas, como demanda la gravedad del problema.

Son varias las perturbaciones a las musáceas comestibles, en esta ocasión hemos señalado una de atención inmediata, hay otras que evidenciaremos en próximas entregas, como la continua campaña para empañar a la industria bananera nacional inmiscuyéndola en el tráfico de drogas y la violación de derechos laborales, cuando son otros oscuros actores externos con poderes inconmensurables, que las autoridades policiales conocen, que utilizan los medios refrigerados de transporte para embarrar un proceso de limpieza verificable con sistemas expeditos de trazabilidad. En cuanto a obligaciones sociales y ambientales, Ecuador exhibe un ejemplar accionar. Por tanto, nuestros banano y plátano se degustan con seguridad y confianza, sin que los consumidores duden de su absoluta pureza e inocuidad. (O)