Para 1990, el magisterio nacional estaba constituido por unos cien mil docentes; de estos, más de 40.000, en edad de jubilación, optaron por no jubilarse. ¿Pero por qué decidían no jubilarse? En esos años la norma establecía que al calcular la pensión jubilar se debía hacer sobre el salario de aportación, no sobre el salario del profesor, es así como quienes decidían jubilarse recibían menos del 30 % del último salario. Esa realidad obligaba a miles de profesores a no jubilarse. Porque lejos de ser una jubilación digna, el retiro de la docencia era sinónimo de pobreza, de enfermedad e incluso de muerte.

En ese contexto, y además en plena crisis económica, en medio del feriado bancario y luego la dolarización, el magisterio nacional dio forma a una de sus mayores propuestas en su proceso de lucha por la revalorización y el derecho a una vida y jubilación dignas. La Unión Nacional de Educadores, en los años 90 a la par que demandaba una educación de calidad, junto a la necesidad de un salario justo, lanzó una propuesta innovadora: la creación de una cesantía adicional a la del IESS, basada en la realidad social del magisterio y su precaria jubilación; fue una alternativa que levantó, y lo sigue haciendo, el estado de ánimo de los docentes, quienes decidieron insertarse en el ámbito financiero, económico y de la seguridad social, en la perspectiva de garantizar un retiro de la cátedra digno. Fue así como, de manera inmediata, convocó en diciembre de 1991, a 36.527 afiliados y, en medio de varios procesos y enfrentando diversas dificultades, surgió el Fondo de Cesantía del Magisterio Ecuatoriano, mediante la Primera Convención de los Representantes de los Constituyentes, el 25 de septiembre de 1991.

Pero el FCME no solo enfrentó al “feriado bancario”, donde se congelaron cuentas bancarias a nivel nacional o donde la devaluación acelerada del sucre hacía que los ahorros de los maestros también se vean afectados o lo que significó el paso a una economía que se dolarizó. El FCME, el 14 de mayo de 2015, soportó el asalto del correísmo. Los colaboradores del Fondo, sus constructores, fueron desalojadas con violencia y en medio de una campaña sistemática de difamación, que sirvió para encubrir lo que podríamos denominar robo, ya que la administración de los maestros al salir dejó $ 405′000.000, mientras para el 19 de junio de 2019, donde nuevamente la administración del FCME vuelve a sus legítimos dueños, recibieron 382 millones de dólares. En la actualidad es una institución en crecimiento, ha entregado 5.000 casas, establecidas en 34 conjuntos habitacionales, oferta a los docentes de educación general y superior créditos en diversas líneas, entre otras prestaciones y servicios, lo que le ha convertido en el fondo de cesantía más solvente del Ecuador.

La constitución del FCME es una expresión de gente sencilla haciendo grandes cosas. Pero, sobre todo, es una expresión de honradez y de capacidad de crear, administrar y no solo de exigir; es una demostración de la capacidad sintetizada en la madurez institucional del sindicato de los maestros, la Unión Nacional de Educadores. (O)