El mes pasado, se cumplieron 20 años de la liquidación del Fondo de Estabilización, Inversión Social y Productiva y Reducción del Endeudamiento Público (Feirep). El Feirep se originó en el 2001, cuando el Gobierno de la época firmó con un consorcio de empresas privadas la construcción del oleoducto de crudos pesados que generaría a futuro mayores ingresos al Estado. Esos nuevos ingresos, en lugar de entrar a formar parte del Presupuesto General del Estado (PGE) debían acumularse en un fondo. El 70 % se utilizaría en la reducción de la deuda pública hasta llegar a un nivel del 40 % del PIB. El 20% se acumularía como un fondo de contingencia que debía llegar a un máximo de 2,5 % del PIB. El 10 % restante se debía asignar a salud y educación.

Para julio 2005 el Feirep, que logró acumular $ 1.070,4 millones, fue liquidado y sustituido por una Cuenta Especial de Reactivación e Inversión (Cereps) por el ministro de Economía de la época, utilizable a discreción del Ejecutivo. Más de la mitad se fue en gasto y nunca se pagó deuda externa, pues, por el contrario, se aumentó en cantidades sin precedentes justamente en el gobierno del mentado ministro. Finalmente, la Cereps fue eliminada pasando los recursos al PGE.

Sin crecimiento no hay progreso

Este ahorro para contingencias y para pago de deuda lo hace Chile. Chile creó el Fondo de Compensación del Cobre para acumular reservas cuando el precio internacional se elevaba. Noruega tiene un fondo soberano de los excedentes petroleros para estabilizar la economía y financiar el estado de bienestar para las generaciones futuras.

En Ecuador, el terremoto de 2016 sumó pérdidas económicas de $ 3.000 millones. De no haberse eliminado el Feirep, se pudo haber evitado la Ley Orgánica de Solidaridad para la reconstrucción y reactivación de las zonas afectadas por el terremoto, y en particular impedir las contribuciones a los ciudadanos para financiar tal reconstrucción, las cuales afectaron gravemente la economía de los ecuatorianos. Es decir, el dinero no vino de un fondo de contingencias, como debía ser, sino del bolsillo de los ecuatorianos y, lo que es peor, su ‘uso excesivo’ ha sido objeto de procesos judiciales en contra de las autoridades de ese entonces. No solo no hubo fondo de contingencias porque ellos mismos los liquidaron, sino que cuando hubo una contingencia, pasaron el sombrero, los ciudadanos pagaron y gran parte de ese dinero… no llegó a su destino.

El mismo error, 20 años después

Es irónico que las palabras usadas para justificar la eliminación del fondo hayan sido: “El Feirep no tiene sentido técnico, ni ético”. En lugar de usar recursos generados por la explotación petrolera, que constitucionalmente son de todos los ecuatorianos para garantizar las finanzas públicas y con ello asegurar que el país funcione sin tener que mendigar a ciudadanos y empresas, prefirieron rifarse esos recursos. Y cuando ya fue ineludible sacarle dinero a la ciudadanía, gran parte desapareció. Es difícil imaginar nada más antitécnico ni menos ético.

20 años después, seguimos sin Fondo de estabilización, contando las costuras y pagando las consecuencias de aquella década catastrófica en la que dejaron al Ecuador desfondado. (O)