En los alrededores de las iglesias, templos, con motivo de la Semana Santa se instalan carretillas con ventas de comidas, jugos, canguil, tortillas, arepas, etc., que pertenecen a personas de otras ciudades y a migrantes, ilegales, de países que están cerca del Ecuador. No tienen fundas o tachos para botar la basura. Después que las ceremonias de fe terminan, las calles, veredas están con servilletas, papeles, vasos plásticos aplastados, comida regada..., que han dejado los consumidores y los vendedores.

Las autoridades municipales encargadas del aseo, el ornato, brillan por su ausencia. A las programaciones de piedad, los feligreses tienen que ir a cumplir con una devoción; no es el momento de comer comida sin control de calidad, higiene. (O)

Édgar Naranjo Naranjo, Guayaquil