Resulta increíble decirlo, pero esta semana podría calificarse como relativamente tranquila para el país. En medio de intentos de reformas fallidas, contradicciones en declaraciones sobre la subida del IVA, vinculaciones y acusaciones a miembros que formaron parte de las fuerzas del orden (por supuestas conexiones con grupos delictivos) y lluvias que no dan tregua.

El infierno está empedrado de buenas intenciones

Aun así, es probable que lo que más haya llamado nuestra atención sea la materialización del hartazgo político que presenciamos estos días. Ese que se refleja en los tirones de la Asamblea, ese que vimos en video y que, aunque lo viéramos sin audio, lo entenderíamos como una imagen cargada de simbolismo que expresa el cansancio de un sector que está a tope de que “el papel lo aguante todo”, más aún cuando ese papel representa un poder distinto para el ciudadano. Ese papel que sin el trazo de un ciudadano no es el mismo. Ese papel por el que nuestros representantes se matan pidiéndonos apoyo para poder ser quienes son hoy. Ese papel que por unos segundos permite al ciudadano sentirse del lado de quien sostiene la sartén por el mango. El voto es, al final del día, lo más cercano a verse como un artista al que desesperadamente piden un autógrafo.

El escorpión y la rana

“Tiene que ir a territorio”, doloroso, vergonzoso y fulminante; esa frase nos muestra que las personas saben y entienden que parte de la política se hace lejos de las oficinas, de los autos, de los viáticos, de las medidas desconectadas que exhiben el rubor que les deja la experiencia de entrar en contacto con alguien “distinto”.

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Si todo comunica, el repentino silencio de todos los presentes grita más que nunca que no saben lo que hacen.

Proforma e impuestos: 4 puntos

La comunicación que todos esperamos debe ser sencilla. Aunque parezca obvio, debe ser entendida, y para lograrlo es necesario construirla desde afuera hacia adentro, comenzando por escuchar. Sí, tan sencillo como eso, escuchar para comprender y luego resolver.

Entender y comprender no son lo mismo. El entendimiento proviene de la capacidad cognitiva para asimilar e interpretar las palabras que el lenguaje nos ofrece. La comprensión, en cambio, proviene de la habilidad de asumirse y entenderse como un par, un similar, como un ser capaz de empatizar con los demás, una cualidad que, para algunos, es más difícil de alcanzar.

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Si la Asamblea Nacional no consigue reformar el COIP, el presidente Daniel Noboa podría hacerlo de ganar su consulta popular

Todo esto deja ver la importancia de escucharnos, de comunicar como se debe y de las consecuencias que traen las ausencias. Una autoridad necesita refrendar su representación con la misma claridad y autenticidad con la que llena su cargo.

Lo que presenciamos va en contra de la lógica conocida: el ciudadano buscando llegar hasta un político para pedirle, a su vez, que llegue a él. Un grito desesperado de realidad, cargado de vergüenza ajena, un grito de representación genuina. (O)

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Fabián Alarcón Savinovich, magíster en comunicación política, Quito