El canto de algunas aves es el despertar más apacible para el hombre. Todos sabemos que los pájaros son los animalitos más libres que existen; gozan del viento, de los árboles de la tierra y también deberían gozar del cariño humano. Estos animales vuelan y cantan, hacen sus nidos y son padres, algunos dan su vida para proteger a sus pichones del frío, o vuelan largas distancias para llevarles alimento.

Hay aves que beben el néctar de las flores y realizan la polinización, como los colibríes, que aletean de 10 a 80 veces por segundo; por esta razón tienen momentos estáticos en el aire. Hay palomas que son adiestradas para ejercer la mensajería. Algunas aves, como los loros, repiten palabras de los humanos y nos dan alegría. Las aves por el color de sus alas pintan el paisaje por donde vuelan. Pienso que estos pajaritos son enviados de Dios para dar belleza y alegría, forman marcos de colores por donde vuelan, pareciera que danzan. Son la belleza más sublime de la fauna y no le hacen daño al hombre; al contrario, algunos sirven de guía. Recordemos al que le dio una señal a Noé de que ya estaban bajando las aguas del diluvio: fue una paloma con una ramita de hojas en el pico. Eran tiempos en que el respeto hacia el hábitat de los animales era una forma de vida; el hombre tenía una convivencia de equidad en la que no había supremacía.

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Cuando vi los videos de los pájaros en la vereda de una urbanización en Guayaquil porque talaron los árboles donde se encontraban sus nidos me sentí muy triste; parecía como si estos animales preguntaran “¿Dónde están nuestros nidos?”. No sé qué motivos llevaron a la tala de esos árboles; no se sabe verdaderamente en qué radica el problema, si hubo mala poda de árboles, si fue excesiva, si no la hacían periódicamente dando lugar al desaseo de los terrenos donde están estos árboles, siendo peligro para la salud de los habitantes, si hubo reuniones para llegar a un acuerdo del cuidado y mantenimiento de estos árboles, si el departamento del medioambiente del Municipio estuvo al tanto de esto, porque no es posible cortar tantos árboles sin llegar a decisiones en pos del bien de todos, especialmente de los más desprotegidos: las aves. Lo que sí sabemos es que los pájaros ya no pintarán el paisaje de este lugar.

El primer problema de este lugar fue el descuido de no podar los árboles a su debido tiempo, porque entre más grande y frondoso el árbol, mayor población de aves anidarán en ellos, generando superpoblación y poca limpieza de los desechos de las aves.

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El segundo problema fue la falta de comunicación para llegar a un acuerdo entre las partes para el cuidado y mantenimiento de las áreas mencionadas, dando como resultado dos graves consecuencias: árboles maltratados y pájaros sin hogar.

No olvidemos que el concierto más puro y sublime que transmite paz es el canto de las aves. Por el momento se apagó el canto de las aves en ese lugar, algo que nos lleva a reflexionar. Es muy importante practicar el respeto hacia la aves como la acción más noble y justa del hombre. (O)

Alicia de Jesús Carriel Salazar, docente jubilada, Guayaquil