En Latinoamérica, la corrupción es un ‘cáncer’ que ha afectado a los gobiernos y gravemente a sus sociedades. Esta corrupción no solo se trata de robar dinero, sino también de robar conciencias y esperanzas, se ha instalado en gobiernos y propaga como enfermedad. Los ciudadanos están cansados de esta situación, pero los gobiernos no parecen tomar medidas para erradicarla.

La corrupción en la política se extiende en Latinoamérica de muchas formas, desde el nepotismo y ‘amiguismo’, hasta el uso indebido de recursos públicos, realizar sobornos, en altos cargos públicos, intermedios y de base. Es común que se asuman puestos sin tener la capacidad o no cumplir con las funciones, crear una cadena de ineficiencia en gobiernos y limitar el progreso de la sociedad. Otra forma de corrupción es olvidarse del pueblo, la ciudadanía, el bienestar común, buscando únicamente intereses personales. Cuando los ciudadanos votan, esperan que sus líderes luchen por sus derechos para mejorar su calidad de vida, pero después la corrupción destruye la esperanza de un futuro mejor. Hay que promover la transparencia y la participación ciudadana en todas las esferas de gobierno; fortalecer las instituciones que se encargan de prevenir y sancionar la corrupción, avanzar a un futuro justo y sostenible. (O)

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Eliana Génesis Mejía Reasco, abogada, Guayaquil