Hemos escuchado, con estupor, cómo asambleístas alardean de una mala formación académica al utilizar, sin ningún empacho, ante las cámaras, expresiones reñidas con la gramática como “resolvido” y “descubrido”.

No cualquiera debe ser candidato

Se ha vuelto pan de cada día en nuestro país el tener que presenciar los productos de una pésima educación.

Hace poco tiempo, cuando Wilman Terán ostentaba todavía la presidencia del Consejo de la Judicatura, lo escuché en una entrevista radial repetir, por dos ocasiones, el término ‘rompido’.

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Es preocupante que los perpetradores de estos ataques al idioma ocupen cargos de relevancia, los unos en el cuerpo legislativo, y el otro, como presidente del Consejo de la Judicatura, ambos encargados de escribir leyes.

La justicia social que requerimos

Estos hechos no hacen más que confirmar la degradación de la educación en el Ecuador, la falta de lectura como práctica normal de cualquier actor de la sociedad y la deficiencia de los hogares en complementar la educación formal.

Para cualquier profesional es una falta de dignidad el no actualizar de manera permanente sus conocimientos y el no ampliar sus mentes acorde a sus prácticas profesionales.

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Es obvio que un profesional que utilice mal el idioma, peor si es abogado o periodista, es una verdadera vergüenza para su clase profesional, pero los gremios se quedan callados, mostrando complicidad.

Política ecuatoriana y los candidatos

Pero esto no para allí. Pareciera que los profesores primarios en gran parte están afiliados a un partido dogmático, uno supondría que les importa un comino la calidad de la educación, generando un caldo de cultivo para mantener la ignorancia, único medio de tener dogmáticos y fanáticos. (O)

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José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito