Seguramente que el ‘triunfo electoral’ es un premio por su destacada labor como estadista, dirigiendo un país que tiene la inflación más alta del mundo, los sueldos más bajos del globo y la peor administración jamás vista, cargada de corrupción, violencia, drogas y siete millones de desterrados.
Con sus innegables dotes de taumaturgo ha podido metamorfosear los resultados de las elecciones, cerrando las puertas a los observadores invitados por la oposición y abriendo de par en par las puertas, a sus áulicos, a los compinches y a los cortesanos capaces de torcer resultados y publicar paparruchadas.
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Tan valioso es usted que los envidiosos han puesto precio a su cabeza, al contemplar estupefactos su gran talento para torcer verdades electorales, para bailar sobre la tarima de un pueblo hambriento y su enorme poder para controlar a los que portan fusiles.
¿Una nueva ola migratoria vendría de Venezuela tras polémica reelección de Nicolás Maduro?
A pesar de que usted declara ser cristiano, debo informarle que los cristianos de verdad no mienten, ni matan, ni roban elecciones, ni destruyen países, porque de eso se encarga el maligno. Como diría un prófugo inolvidable: ¡qué caretuco! (O)
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Gustavo Vela Ycaza, Quito