Da mucha lástima leer la opinión política internacional que se tiene de nuestro país. Esto ha traído como consecuencia que organizaciones y figuras notables emitan sus opiniones en contra de lo que sucede en Ecuador. Mientras por un lado las gestiones financieras cierran los huecos hechos por los gobiernos pasados que suman miles de millones de dólares en sobreprecios y robos, nadie de la oposición se pronuncia y lo que se guarda es un silencio cómplice; en la misma mano solo se destaca un deseo obsesivo, morboso y hasta patológico por desestabilizar a un gobernante que no ha matado a nadie y al que no se le ha podido probar nada hasta el momento.
Tales son las iras de la oposición, el entontecimiento por el dinero, que hay ciertos asambleístas que han demostrado un nivel de cultura política tan ínfimo, algunos no saben leer, peor hablar con corrección. Su desesperación por cumplir órdenes desde Bélgica es obsesiva... Durante todos estos años nos dijeron que tenemos carreteras, pero se las llevaron las lluvias; embalses, que no resistieron las crecidas de los ríos; hidroeléctricas, que no pueden funcionar porque están repletas de fallas; refinerías de petróleo que no existen, otras, potenciadas para dañarse con el soplo del viento. Y alardean que no ha pasado nada. Los ecuatorianos nos preguntamos por los casos del periodista Fausto Valdivieso, general Gabela, familia Lucas y una larga lista de vidas perdidas; pero para la oposición, en ese entonces en el poder, no pasó nada. Se secuestró a un político por ser de oposición y a otro se le inventó un caso penal que terminó con una vida en curso de venir al mundo de un ser humano, se arruinó a una mujer que nada tenía que ver en el tema y el político debía ser humillado, condenado, sin opción a un justo juicio, por oponerse. El fin no justifica los medios de un proyecto político que lo único que ha demostrado a todas luces es fracaso y miseria a lo largo y ancho de donde se aplica. En qué idioma vienen a proponer que el actual presidente se vaya del poder porque ‘ellos’ quieren; qué argumentos tienen, si la fiscal (que suponemos todos es vertical, honesta y proba en sus funciones) tiene sin atender temas más antiguos e importantes que los que actualmente ha ‘resuelto con celeridad’. Somos un país de elecciones empañadas por fraude, saturado de discursos llenos de mentiras de políticos sin congruencia con los hechos y fechas muchos de ellos, y esta es la clase política que, con honrosas excepciones, es una auténtica farsa porque no existe. Ecuador no tiene talante de tener clase política, culta, conciliadora, constructora y con ideas de sacar al país adelante; lo que sí tiene es una fanesca de granos de ambición, egos, ignorancia, mentiras y con olor putrefacto a golpe de Estado que no debemos aceptar y debe merecer nuestro más profundo y enérgico rechazo. (O)
Gustavo Zevallos Baquerizo, ingeniero, Guayaquil
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