Como sabemos, el comportamiento humano va acorde a la medida de nuestro desarrollo, mientras se van formando la personalidad, conducta, carácter y todas nuestras vivencias y experiencias. Todo se aprende en el caminar de la existencia y cada quien labra su propia aventura.
Las frustraciones en el hogar, por la falta de amor y comprensión, discordia, violencia, malos hábitos y abandono de los padres. Las decepciones sentimentales y reveses laborales, así como las humillaciones y discriminaciones, son el caldo de cultivo para albergar en el inconsciente el rencor y la venganza. Las personas que han dejado crecer estos sentimientos y pensamientos negativos luchan consigo mismas porque no tienen paz interior, pero nada está perdido cuando queremos rectificar.
Es importante y necesario resaltar y advertir a la comunidad las consecuencias del comportamiento de estas personas que son propensas a torcer su camino y a hacer daño a los otros, a veces sin el menor remordimiento.
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Corrupción a todo nivel en el país
Estos sentimientos dentro de personas que ocupan cargos relevantes y de liderazgo, en cualquier momento pueden descargar sus emociones y represalias contenidas en contra de sus empleados.
Ni qué decir de los seres que tienen en su diestra el poder político, son un peligro inminente. Ya que son el tipo de personas que pretenden enraizarse en el poder para siempre y comprometen a sus aliados y seguidores a cometer latrocinios y más actos vergonzosos, porque no tienen escrúpulos.
Estas personas tienen la capacidad de persuadir a los demás, así como en los órganos del Estado, como el sistema de justicia, y una justicia secuestrada, politizada y prostituida, produce una descomposición social aberrante.
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De acuerdo con el contexto, sugiero que se cree un agente regulador que evalúe la capacidad cultural y psicológica a través de profesionales en este campo para conocer quiénes están aptos para ejercer cargos públicos. Del mismo modo se debe valorar a las personas que aspiran a ocupar la función pública.
Ya tenemos suficientes experiencias desagradables con determinados políticos con salvadas excepciones, que carecen de valores morales. Y con respecto a los estudios, la gente puede tener mil títulos y esto no garantiza un buen comportamiento.
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Las personas con firmes valores y principios morales y espirituales, es difícil que caigan en manos o pasos de los corruptos. (O)
José Franco Castillo Celi, psicólogo, Guayaquil
