Como residente de más de 20 años en Lomas de Urdesa –desde las montañas de basura cuando el Municipio estaba secuestrado por incompetentes, hasta hoy que es un lugar habitable y agradable para vivir– he sido testigo de cómo se ha ido formando un gran ecosistema de bosque seco, con fauna y flora endémica, como guayacanes amarillos, bototillos, colibríes, zarigüeyas, ardillas, caciques, lechuzas, etcétera, que con la detención de actividades en pandemia se multiplicó satisfactoriamente, lo que ha convertido al sector en un refugio de vida natural.

Es necesario ahora que las autoridades seccionales y centrales apliquen la normativa de protección para flora y fauna silvestre y urbana, y adecúen el sector para que todos estos animales tengan un lugar dentro de la ciudad creando el bosque Lomas de Urdesa, como continuación al bosque Palo Santo. De igual manera los habitantes, junto con el incipiente Comité Pro Mejoras de Lomas de Urdesa que está tratando de hacer grandes mejoras con excelentes ideas, nos preocupemos no solo del ornato sino de hacer un sistema inclusivo de vida para estas especies, que se pueda preservar adecuadamente sembrando plantas (de preferencia nativas y no esas palmas inútiles) que no solo se vean bonitas sino que brinden refugio y alimento a todos estos animales, pues la pérdida de cada uno de estos además de lamentable es irreparable. (O)

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Carlos Cortaza Vinueza, abogado, Guayaquil