Ya se ha hecho común esta expresión de parte de un expresidente del Ecuador, tan común que cada vez que salta un escándalo de corrupción del largo gobierno, el pueblo ya anticipa esa respuesta, con respecto al funcionario que es acusado de delinquir en ese escándalo.

¡Nada más decepcionante para un pueblo!

La más reciente oportunidad para esta manifestación, fue en el juicio que se le siguió a Carlos Pólit Faggioni en Estados Unidos. Con una desfachatez que ya no sorprende a nadie, manifestó que la Asamblea le envió una terna y él seleccionó de la misma, a la persona que iba, nada más ni nada menos, a comandar la institución encargada de velar por el buen uso de los recursos públicos.

Una persona que gobierna un país debe ser, por lo menos, responsable de las nominaciones que hace. Salir con el justificativo de que “no lo conocía”, implica una irresponsabilidad impropia de un mandatario.

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Esta justificación ha sido sostenida por el expresidente, de manera repetitiva. Lo menos que podemos pensar los que somos parte del pueblo es que se trata de un irresponsable o de un verdadero cómplice. No se puede calificar de otra manera a quien ha tenido que justificarse de esa manera tan infantil, tantas veces y sobre temas absolutamente similares.

Este exmandatario del único que no ha dicho que no lo conoce es de su exvicepresidente Jorge Glas. A él lo ha defendido a capa y espada, al igual que lo han hecho sus corifeos. Por algo será.

Si te vienen a contar…

Un mandatario que se equivoca, tan a menudo, nombrando funcionarios de tan alto nivel e importancia, francamente, o es un tonto ingenuo, o los nombra con conocimiento claro de quienes son y de lo que van a hacer en su función pública.

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No me cabe en la cabeza que ese tipo de nombramientos se puedan hacer sin conocer a las personas, o por lo menos, antes de nombrarlo, pedir información sobre su historial académico, laboral o incluso investigar si existe alguna inconsistencia legal.

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Estamos entonces frente a un político que lo menos que merece es el calificativo de irresponsable. Francamente considero que volver a nombrarlo como una autoridad política sería un verdadero despropósito de parte del pueblo ecuatoriano.

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Es penoso ver cómo hay un gran porcentaje del electorado que cierra los ojos ante este tipo de reflexiones, lógicas de manera indiscutible, rayando en el fanatismo. El fanatismo es la madre de las desgracias de un pueblo, nubla la razón, bloquea el pensamiento serio, agacha la frente sin razón, acepta todo lo que le dicen, y es más, estas personas están dispuestas a pelear defendiendo lo que los motiva a ser fanáticos.

Afecto y respeto a la patria

El fanatismo de este tipo solamente germina en mentes con deficiente educación. Por eso las políticas educativas en nuestro país se mantienen en los niveles más bajos o libros escolares con contenidos doctrinarios en lugar de contenidos educativos. (O)

José Manuel Jalil Haas, ingeniero químico, Quito