En 1985 nos visitó Juan Pablo II, uno de los líderes más influyentes de nuestro tiempo, opositor del comunismo, a cuya caída contribuyó desde El Vaticano, trabajando con otros como Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Helmut Kohl, hasta derrumbar el muro de Berlín en 1989.

El pueblo alemán oriental no soportaba más un sistema económico estatal centralizado, que cada década sembraba más pobreza, sin libertades, mientras Alemania Occidental progresaba con un sistema de libre mercado.

En 1991 el destino me llevó a la Unión Soviética buscando nuevos mercados para productos nacionales. Ahí comprobé las falencias del sistema comunista, cuya principal característica era el desperdicio de recursos y despilfarro de dinero por financiar a algunos países latinoamericanos.

En el modelo globalizado, la norma era crecer anualmente en forma lineal a un ritmo de entre el 7 y el 10 %, invirtiendo en fábricas, inmuebles, maquinaria, equipos, hardware y software. Cuando estas empresas cotizaban en bolsa, se hacía un análisis fundamental sobre participación de mercado, crecimiento en ventas, margen de utilidad-flujo de caja, pago de dividendos, plan de negocio, estructura financiera (deuda/capital), equipo gerencial y capitalización bursátil.

Según el libro Organizaciones Exponenciales, de Salim Ismail, esto ha cambiado y los analistas financieros evalúan mejor a las empresas con estrategias de crecimiento exponencial, que usan inteligencia artificial (IA), comunidades digitales, algoritmos, big data e internet de las cosas, para crecer disruptivamente.

Empresas como Eastman Kodak no analizaron las tendencias del consumidor y la revolución tecnológica en cámaras/rollos fotográficos.

Apareció Instagram, que revolucionó la industria de la fotografía e imágenes digitales instantáneas; y, para salir de la quiebra en 2012, Kodak vendió sus patentes a un consorcio de empresas integrado por Apple y Google.

Cabe mencionar a otras empresas con liderazgo exponencial, como AirBnB, Waze, Tesla, Space X, Alibaba, Microsoft, Facebook, Uber y Amazon, cuyos líderes innovadores tienen en común con los mencionados en el primer párrafo perseguir propósitos de transformación radicales, para mejorar el bienestar de las personas.

Ante los efectos del COVID-19 y la crisis económica, requerimos de líderes políticos que implementen transformaciones radicales para crecer exponencialmente, siguiendo el ejemplo de Vietnam, cuyo PIB per cápita creció 123 % en el período 2008-2018, y su PIB nominal en 11 %, a 271 mil millones de dólares entre el 2019 y 2020. En Ecuador, en los mismos períodos, el primer índice creció solamente 49,3 % y el PIB nominal decreció en 9,5 %, según el Banco Mundial. Esto significa que el PIB 2020 bajó a 97 mil millones de dólares, y que para volver al valor de 2019 necesitamos un crecimiento económico mínimo de 4 % anual; sin embargo, para crecer exponencialmente como Vietnam, necesitaremos la fórmula 7-7-28, esto es, crecer al 7 %, por 7 años seguidos, hasta el 2028, cuando el PIB alcanzaría los 150 mil millones de dólares. (O)