El mundo entero ha sido testigo de los hechos tan desastrosos que atacaron las bases de la democracia norteamericana en esta semana. Simpatizantes y adeptos del presidente Trump salieron a las calles simulando una protesta pacífica en contra de los resultados electorales que le dan la victoria al senador Joe Biden como presidente electo.

Una protesta que se convirtió en una larga noche oscura para la historia americana y que dejará una marca triste y una mancha de tiranía en los libros de historia. Si duda alguna, Estados Unidos siempre se ha caracterizado por que sus bases e instituciones se fundamentan en la democracia e independencia, sus decisiones no son en virtud de tonos políticos o caprichos de mandatos de turno, sino que, más bien, sus decisiones se basan en continuar con sus políticas públicas fijas.

Pero es preocupante que un presidente iracundo por los resultados electorales haya podido mover a las cabezas podridas por el odio, el racismo y la intolerancia para que puedan quebrantar la seguridad e irrespetar las premisas del Capitolio, símbolo de democracia americana. Luego de una ardua lucha, las fuerzas policiales lograron arrestar y desmantelar semejante vergüenza y ataque contra la decisión electoral del pueblo.

Creeríamos que, como Ecuador, el atropello que ha sufrido la institucionalidad norteamericana no tendría nada que ver con nosotros, ¿verdad? Desafortunadamente no podemos decir que eso es cierto. Recordemos que hace pocas semanas hemos suscrito un protocolo para un potencial acuerdo comercial con Estados Unidos, y la desmoralización de la institucionalidad norteamericana, sin duda alguna, desalienta cualquier probabilidad de viabilizar un acuerdo comercial en este momento.

Los empresarios, gremios y funcionarios ecuatorianos han puesto su confianza en un potencial acuerdo comercial en virtud de la fortaleza institucional e independencia de organismos norteamericanos, como la USTR; pero con lo sucedido en días anteriores, sumado a un cambio de gobierno en Estados Unidos, y próximamente en Ecuador, se pronostica un panorama desalentador para lo que había sido una excelente noticia para el sector empresarial ecuatoriano.

Esto no significa que sea imposible concretar un acuerdo comercial con Estados Unidos en un futuro, sino talvez no en un futuro próximo. Esto fue una pequeña muestra de que hasta en los países con mayor institucionalidad puede crearse caos y desbaratar un sistema funcional centenario.

La estrategia que Ecuador ha formulado para continuar con un acuerdo comercial deberá ser revisada en este momento y analizar los cambios y modificaciones que se necesitan hacer tanto de manera interna como de cara a Estados Unidos. La plataforma de negociaciones ya no es la misma y el Gobierno actual, así como el Gobierno entrante, deberán encarar este necesario acuerdo comercial con estrategias distintas, innovadoras y que se acoplen a las nuevas realidades. Así también, buscar apoyo de los empresarios norteamericanos interesados en productos ecuatorianos puede ser punta de lanza para trazar un camino fuerte y seguro hacia una apertura comercial bilateral. (O)