Esto también sucede en América, en muchos países:
No deseo extenderme en esa retahíla de mentiras, datos escondidos e incompletos, ni en las excusas del Ministerio de Sanidad, para no manifestar que es un derecho de los ciudadanos estar informados, sobre todo en situaciones excepcionales.
Es cierto que también abundan en las redes sociales, pero a veces ha sido el mecanismo ciudadano para obligar a que se supiera con qué equipos atendían a los pacientes de COVID-19, y exigir responsabilidades, por poner un ejemplo: fotos en que se veía fabricarse los propios miembros de personal sanitario un “traje” de protección con bolsas de basura. Decir la verdad no alarma a los ciudadanos, porque somos adultos. Lo que alarma es la mentira continuada que nos lleva a no tener confianza en las autoridades.
También preocupa el trabajo de los periodistas. La dura situación económica está conduciendo a más despidos en medios de comunicación. Cae la publicidad, caen los ingresos y por tanto las empresas periodísticas toman sus decisiones, que una vez más suponen despidos o no renovación de contrato. Con dificultades en los medios de comunicación, un periodista ahora se encuentra con otra dificultad, falta de información, datos sesgados, análisis comparativos con referencias variables y con frecuencia una opacidad que se pretende enmascarar dando multitud de datos mareantes.
Son tiempos difíciles para el periodismo que a la vez es necesario. La honradez no solo incumbe al Gobierno, también a los medios de comunicación, a los periodistas, sin ceder a la facilonería o solo a la versión oficial de cuanto sucede, cosa de la que algunos medios parece que abusan. (O)
Jesús Domingo Martínez Madrid, Palamós, Gerona, Cataluña