La verdadera fuerza de una idea está no en lo que vale, sino en la atención que se le presta. La cita es de Concepción Arenal, quien fuera una escritora y activista social española. En lo que respecta a la violencia contra la mujer, es un avance que se hable del tema a nivel global; sin embargo, la humanidad necesita dar otro paso: erradicarla. Con ese objetivo se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.

Se eligió el 25 de noviembre para ese cometido porque en igual fecha, en el año 1960, ocurrió el violento triple asesinato de las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), perpetrado contra las activistas políticas por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo, en la República Dominicana.

La violencia contra la mujer suele asociarse al ámbito doméstico; sin embargo, esta es una problemática que lo atraviesa todo: lo social, familiar, escolar, laboral, político… con afectación no solo para la víctima, sino para la sociedad en conjunto.

Si se aparta el concepto de género –masculino, femenino– y se habla del maltrato a un infante, un adolescente o a una persona adulta en general, y la manera como esto condiciona su desarrollo, su vida o cómo incluso puede causar su muerte, ya no sería solo la mitad de la población la interesada en erradicar el maltrato y sus causas; sería un tema de la humanidad en conjunto, con enfoque cultural: el maltrato a un ser humano es intolerable, independientemente de su edad, género o su condición social. Pero es innegable que las maltratadas son las mujeres.

Al considerar que entre las causas de la violencia contra la mujer se destacan la experiencia de violencia en la familia de origen, el consumo de alcohol u otras drogas, situaciones de dependencia económica, así como una concepción estereotipada de los roles del hombre y la mujer, es de esperar que autoridades y líderes le presten mayor atención a este tema –que mina el bienestar personal, familiar y social– en la búsqueda de una concienciación masculina humanista. (O)