El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido que lidera Evo Morales, ha decidido prohijar a Andrés Arauz para darle un empujón político y promoverlo como el candidato que aspira a recuperar el poder en el Ecuador para un movimiento que fue parte del llamado giro a la izquierda de América Latina. Arauz apareció en programas radiales junto con Luis Arce, el nuevo presidente de Bolivia, y compartió la tarima con Evo Morales y Álvaro García Linera en Chimoré, una de las ciudades bolivianas donde se produjeron masivas concentraciones de bienvenida al expresidente. Para alguien tan joven y desconocido como Arauz, sin otra trayectoria política que su militancia en Alianza PAIS, los espacios políticos compartidos con las figuras del MAS, en un momento de efervescencia popular en Bolivia, buscan auparlo para que el correísmo vuelva al poder como parte de una alianza movimientista y partidaria de mayor proyección social y política regional.
Al prohijarlo, se busca irradiar con el capital político del Movimiento al Socialismo al novel e inexperto candidato del correísmo. El triunfo del MAS en las últimas elecciones presidenciales y las aclamaciones a Morales tras su retorno a Bolivia envían un mensaje poderoso a la izquierda latinoamericana y a las derechas más reaccionarias. El MAS ha sido capaz de reconstituir un nuevo momento del ciclo político del giro a la izquierda en Bolivia después de la crisis de octubre del año pasado. Lo ha hecho de una manera inédita: logró renovar su liderazgo con una figura con un perfil muy distinto al de Morales: menos carismático, mestizo, de clase media urbana, formado en el servicio público y en la academia, y leal al proyecto del MAS. La relación de Arce y Morales escenificará el juego de poder y autoridad más complejo del nuevo momento político.
Pero el contundente triunfo del MAS mostró, a la vez, la debilidad de la oposición centrista boliviana y sobre todo la torpeza de las derechas más reaccionarias, fascistoides, al usar con más crudeza las conductas políticas antidemocráticas atribuidas a la izquierda durante su corto paso por el poder. El gobierno de Jeanine Áñez, con su impresentable ministro de Gobierno, Arturo Murillo, trazaron el camino para el retorno triunfal del MAS al poder.
Pues bien, ese mismo mensaje quiere ser proyectado desde Bolivia hacia el Ecuador con la acogida que el MAS dio a Arauz y a Jaime Vargas, el líder de la Conaie, en la concentración de apoyo a Morales. El MAS aúpa una alianza entre el correísmo y ciertas dirigencias indígenas para replicar en Ecuador un fenómeno parecido al boliviano. Sin embargo, Arauz requiere mucho más que un espaldarazo de la izquierda regional porque carece de las bases sociales y organizativas del MAS, y Correa, a diferencia de Morales, ha sido duramente golpeado en los cuatro años del gobierno de Moreno. Pero Moreno deja una herencia terrible sobre la cual fácilmente podrá levantarse el discurso de las traiciones y complots de la derecha, y el regreso de la esperanza, como ya lo proclaman. Tratarán de generar en Ecuador el mismo clima de efervescencia popular que hoy vive Bolivia con el fortalecimiento masista. (O)