El Consejo Directivo del IESS sigue conformado sin representación efectiva de los trabajadores y jubilados, y las decisiones están en manos de directores asignados a dedo.
Los Gobiernos han usado al IESS como caja chica, especialmente durante el correato en que aunque ingresaron al Estado –según el Observatorio de la Política Fiscal– cantidades que bordearon $320.000 millones, se utilizaron fondos como caja grande, entregándole papeles y dejando déficit de liquidez. Para agravar, en acto de irresponsabilidad y politiquería decretó que los hijos menores de edad de los afiliados, en vez de ser atendidos por el Ministerio de Salud como era la obligación del Gobierno, sean atendidos en el IESS sin asignar para ello fondo de compensación. Además la atención a los afiliados al Seguro Social Campesino que aportan al IESS cantidades pírricas, también incide negativamente en las finanzas de la institución. Es urgente en las reformas a la Ley de Seguridad Social que están discutiendo corrijan estas falencias, quiten al Gobierno el control del manejo del IESS, devuelvan la representación en el Consejo Directivo a los jubilados y trabajadores; obliguen a los padres de los
menores de edad que quieran atenderse en el IESS, y a los afiliados del Seguro Campesino, aumentar su cuota. Nos enteramos con rabia que nuevamente la institución ha sido blanco del atraco. Ahora salen a la luz $ 5.574 millones gastados en medicinas caducadas, botadas en bodegas, junto a aparatos electrónicos que por desuso los van a declarar chatarra. ¿Cuándo veremos que la ley caiga con su peso en malos administradores? (O)
Enrique Gavilánez García, economista, Guayaquil