Los libertarios americanos están casi contentos con los resultados obtenidos por Jo Jorgensen, su candidata a la Presidencia, quien obtuvo más de millón y medio de sufragios, cantidad que puede parecer respetable en este país pequeño, pero que en Estados Unidos significó apenas 1,2 por ciento de los votos populares. Es la segunda mejor votación en la historia del Partido Libertario, que también ocupó el tercer lugar en las elecciones de 2012 y 2016, siempre a años luz de los mastodontes Republicano y Demócrata, favorecidos por el sistema político norteamericano. Se ha establecido que un 15 por ciento de los americanos se consideran en algún grado libertarios, pero votan por candidatos de los grandes partidos con la idea del “voto útil”. Por eso las candidaturas libertarias han sido hasta hoy testimoniales, se presentan a sabiendas de sus nulas posibilidades de victoria, lo hacen por dar testimonio de sus ideas y difundirlas.
Si Jorgensen fuese candidata en Ecuador, sería calificada de “chimbadora”, gracioso término quichua que describe a los candidatos que se presentan sin ninguna opción de ser electos y que hacen como si se colgaran de la trenza (chimba) de los que tienen más probabilidades, dificultándoles su empeño. Veo en las redes reacciones de republicanos a los que les encantaría saber esta expresiva palabra para endilgársela a la candidata libertaria, pues considerando que Trump defiende la libre portación de armas y supuestamente el capitalismo, los votos obtenidos por ella, que comparte esas tesis, les habría permitido ganar ciertos estados en esta elección tan reñida. Igual, como los libertarios están a favor de la legalización de las drogas y la igualdad de derechos de los homosexuales, demócratas que mantienen esas posturas creen que los votantes del tercer partido se habrían decantado por Biden, por lo que podrían llamar “chimbadora” a doña Jo. Los libertarios responden que tales reclamos no tienen base, porque sus diferencias con ambos candidatos estatistas son mayores que sus afinidades. Y predicen que el nuevo gobierno no cumplirá justamente las ofertas “libertarias”.
Una candidatura con una propuesta clara, estructurada y distinta no es chimbadora. Lo son aquellas que precisamente por no tener diferencias “jalan de la chimba” a su coideario y se alimentan de mezquinas ambiciones personales. También lo son aquellos que sin mayores posibilidades de triunfo alquilan cualquier partido o consiguen quién sabe dónde firmas, para inscribirse como candidatos por el puro afán de satisfacer su vanidad con un momento estelar y engordar su currículum con el ítem “candidato a la Presidencia”. Por supuesto que no pueden ponerse cortapisas para que alguien se registre como aspirante a la Presidencia, salvo las habituales inhabilidades legales, porque hacerlo sería abrir la puerta a muchas arbitrariedades, pero es de esperar que los electores sepan distinguir quiénes son legítimos candidatos testimoniales y quiénes “chimbadores”. Por lo pronto, veo que estos últimos constituyen por lo menos una docena de las candidaturas para las venideras elecciones ecuatorianas. (O)