A propósito de la mesa de negociación bananera donde se sientan productores y exportadores para ponerse de acuerdo en el nuevo precio oficial de la caja de banano para el siguiente año, con la presencia del ministro de Agricultura o su delegado como dirimente, en los dos bandos existen intereses cruzados.
Hay productores que son exportadores y viceversa, lo que produce que las decisiones no sean muy equitativas para los que no están en este grupo, no toman en cuenta rubros ocultos que favorecen a un sector más que al otro, por ejemplo, la famosa utilidad razonable; según información de la mesa, esta ha quedado planteada en 20%, lo que significa 1,30 a 1,50 por caja, mientras que al exportador se lo mantiene con un fob de 1,83, y el costo real es entre 2,2 y 2,5; la utilidad razonable para el exportador es negativa de -0,37 a -0,67 por caja. La razón es muy sencilla: a los productores exportadores con esa utilidad razonable no les interesa que el negocio de exportación se sincere, puesto que en producción ya tienen su utilidad garantizada, mientras que los exportadores reciben todos los efectos del mercado directamente sin tener ninguna reserva, con una utilidad negativa por ley. El próximo año va a ser seguramente atípico, producto de los efectos de la pandemia de coronavirus y de la siembra indiscriminada que algunos países, incluyendo el Ecuador, están realizando. Reflexión, ¿cuántos contratos de compra de la fruta se harán si no ponemos precios razonables competitivos oficialmente?, seguramente pocos, porque este año –en su gran mayoría– no se respetaron tanto en el exterior como internamente. Es momento de que para la supervivencia del negocio hablemos de costos mínimos de producción reales y que la utilidad razonable la dejemos para la negociación entre las partes. (O)
Cecilio Jalil Morante, ingeniero agrónomo, Guayaquil