La actual es la más grave crisis económica del Ecuador. Cientos de miles caen en la pobreza.

A grandes males, grandes remedios. Debemos deshacernos de las trabas que arrastramos desde tiempo inmemorial y que la renta petrolera nos permitía tolerar. Ya el petróleo no alcanza para financiar el gigantesco aparato burocrático. Los precios internos subieron fuera de toda proporción a la competitividad. La dolarización protege los salarios y los ahorros, a cambio de impedir la salida fácil de los costos excesivos, devaluando.

¿Cómo salir de la crisis? Los objetivos son evidentes: darle la vuelta a la situación fiscal de deficitaria a superavitaria, y mejorar la competitividad y así exportar más. Pero hay distintas vías para lograrlo. Todas requieren sacrificios, de unos más que de otros, a cambio de la esperanza de una vida mejor para todos.

Alguien tiene que aglutinar posiciones diversas, ofrecer una solución, y convencer a una masa crítica de ciudadanos para que apoyen su propuesta. En definitiva, liderar. Obviamente, el llamado a hacerlo es el presidente. Pero Lenín Moreno es un presidente distante, que no ha hecho una propuesta para el futuro ni ha buscado aglutinar a la ciudadanía. Estamos a las puertas de un proceso electoral, por lo que el liderazgo para proponer un acuerdo nacional pasaría a su sucesor. Pero será una tarea casi imposible, porque tal como se perfilan las próximas elecciones, las opciones estarán tan distantes entre sí que buscar un camino consensuado es tarea muy cuesta arriba.

Las encuestas que circulan, algunas no confiables y todas prematuras, discrepan ampliamente entre sí, pero todas coinciden en que solo hay tres opcionados para ganar:

-El candidato del correísmo, cuyo gobierno sería continuación de aquel de la década 2007-2017, y que buscará revertir los fallos por corrupción de quienes ejercieron funciones en ese periodo. Casi calcado de lo que sucede en la Argentina. El gobierno de Correa buscó salir de la dolarización vía dinero electrónico, lo que no llegó a concretarse; el actual candidato ha propuesto la “buena desdolarización”. Hay afinidad con Maduro y sus políticas públicas.

-Un candidato indigenista, que ha dejado en claro su convicción marxista ortodoxa. Su tema de campaña es no a la minería industrial. Los líderes de su movimiento declaran la lucha indigenista y proletaria contra el capitalismo, en términos que recuerdan a Sendero Luminoso. Reivindican el intento de golpe de octubre pasado, en el que el hoy candidato estuvo a cargo de la toma de la Asamblea Nacional. De no ganar por las urnas, se insinúa la búsqueda del poder vía la insurrección.

-Un candidato que propone una política económica ortodoxa, con eco de las seguidas en Chile y Perú, países que lograron décadas de crecimiento sostenido. Se propone convertir al país en atractivo al capital extranjero, crecimiento vía mayor empleo en el sector privado y reducción del sector estatal de la economía.

Estas tres posiciones son férreamente antagónicas entre sí. Si el voto se reparte equitativamente, un acuerdo será esquivo. La mejor solución sería que uno de ellos se despoje de posiciones que se estimen extremas, logre llegar con su mensaje a una gran mayoría de los electores y gane de manera contundente. (O)