La verdad no tiene matices, es una y es buena. Muchas veces puede ser avistada desde distintos puntos de vista, como ver un árbol desde distintos ángulos, pero en esencia sabemos que nuestro árbol es el mismo. Gracias al permanente avistamiento y estudio hemos conocido más al árbol y sus cualidades: su forma, cómo crece, qué lo puede matar, etc. Sin embargo, no podemos saber con exactitud todo acerca de este árbol; es tan grande que hay ramas que se ocultan de nuestra vista; es imposible conocerlo por completo, es tan profundo como extenso.
Muchas veces las ideologías se plantean como ese ángulo que se quiere llevar el crédito de conocer todo el árbol mejor que nadie. Claramente hay mejores puntos de vista que otros (siempre guardando la objetividad que el árbol ofrece), pero estos no dejan de ser una mirada parcial, incompleta o incluso errónea del árbol. Las personas que se han interesado por el árbol y lo han estudiado durante varios años saben más que alguien que mira el árbol solamente. Entonces, ¿todo recae en ser una ideología? No, generalmente tienden a ser ideas, políticas y sociales, infundadas, que buscan el control de ciertas actividades. ¿Cómo defender al árbol?, con espíritu crítico y prudencia, estudiando mucho de qué trata y saber a qué conlleva; a todo árbol se lo conoce por sus frutos, aromas, flores. También es clave conocer más nuestro propio árbol, las personas que mejor conocen la luz son las que mejor conocen la oscuridad. Eso sí, no solo estemos pendientes de las agresiones a nuestro árbol, esmerémonos por conocerlo más, respetarlo y disfrutarlo. Conociendo mejor al árbol podemos servirnos mejor de él y nos da más facilidad para servir a los demás. (O)
Ignacio Frixone Naranjo, estudiante de Ingeniería Comercial, Santiago de Chile