La ideología que guía el proyecto de Código Orgánico de Salud afirma implícitamente que los humanos somos más bestias que animales racionales.
Me refiero a expresiones de la Conferencia Episcopal relativa a afirmaciones del Código Orgánico de la Salud.
¿Qué somos?
No somos solo espíritu, como los ángeles; no somos solo materia, como las bestias, que están en un nivel inferior al de los animales.
¿Qué decimos los cristianos? Cristo es el Hijo de Dios, que asumió nuestra humanidad en el seno de María.
La idea central en la reciente Declaración de la Conferencia Episcopal es la afirmación de que la vida cristiana no se encierra en lo espiritual; no se reduce a lo material.
Dios no necesita que lo glorifiquemos. La gloria de Dios es la felicidad integral del hombre.
La fe cristiana es una expresión de amor; Dios no impone, se ofrece, se entrega para nuestro bien.
La fe cristiana es humanista; nos señala en su Hijo Jesús que el camino de nuestra felicidad es el amor.
Amor es felicidad, es la expresión de Dios, que se da en su Hijo hecho hombre. No hay felicidad en el egoísmo, que algunos expresan diciendo “para mí nomás”.
Hay tensión entre la idea central de la reciente Declaración de la Conferencia Episcopal y el Código Orgánico de Salud, aprobado por el Sí de 79 diputados, con la calculada abstención de 48 diputados; contra 8 diputados definidos.
El meollo de la tensión es la identidad de persona humana. La persona humana no es, como un ángel, solamente espíritu, no es como la bestia solamente materia y punciones materiales.
El sexo es una realidad radical de la persona humana, que la abre a la sociedad presente y futura. La antropología se resiste a considerarlo como un vestido, que se puede cambiar caprichosamente.
El proyecto de Código Orgánico deja el cambio de sexo abierto al capricho.
La unión sexual de personas humanas es una expresión de amor, abierta a la vida; es un darse personal y mutuo, abierto a la humanidad; no es un yo te uso, tú me usas.
Hay una tensión en el animal racional entre sus punciones físico-biológicas y la razón que las ordena. Si el hombre es una mera bestia, la razón y la educación sexual sobran; el apetito ordena.
El proyecto de Código Orgánico de Salud desconoce que un óvulo fecundado y anidado es ya un yo humano incipiente; promueve disimuladamente el aborto en general, es decir, la muerte de un ser indefenso. No llama la atención en una sociedad, que “soluciona” sus problemas, matando al débil.
Si se acepta en el Código Orgánico de Salud, se prostituiría el vientre, cuna del fruto del amor conyugal, y se lo reduciría a un objeto de mercado. Se daría el paso a un mercado de vientres, si no se protege el santuario de la vida.
Objeción de conciencia. El Código Orgánico de Salud no la acepta; es coherente: la bestia no tiene conciencia; tiene apetito.
Ascender a una montaña requiere esfuerzo. Iniciado un descenso, ¿a dónde llegaría la humanidad? (O)