Lady Mary Wortley Montagu era la esposa de un embajador británico en Constantinopla en 1716, una aristócrata, rebelde y estudiosa. Aprendió cuanto pudo durante sus viajes, especialmente las costumbres orientales y turcas que plasmaba en cartas a sus amigos. Había sobrevivido a la viruela, una enfermedad que mataba entre 20 y 60 % de los infectados. Particularmente fatal para niños, infantes y adultos mayores, por ello hizo inocular (palabra de la época) a su hijo con pus de un paciente afectado. Cuando volvió a Europa siguió replicando la práctica originaria en la India, que desde el siglo VI se aplicaba a chinos, africanos y griegos. Mary logró que su hija y varios niños europeos usaran el método que ella misma aprendió gracias a su habilidad de explicar los resultados a los reyes de Inglaterra, Francia e Italia.

Edward Jenner, 80 años más tarde inventó la vacunación basado en esos estudios y la observación de ordeñadoras que no se infectaban gravemente si habían estado en contacto con vesículas de viruela en vacas. Jenner vacunó al hijo de su jardinero, observó los síntomas que tuvo para luego de dos meses exponerlo a la viruela, algo éticamente imposible hoy en día. Como el niño no se enfermó, publicó sus análisis y empezó a vacunar en su granja llamada “Templo de Vaccinia”.

Tanto Lady Wortley como Jenner encontraron oposición a sus descubrimientos y a su interés por diseminar la vacunación que salvaría millones de vidas hasta la erradicación de la viruela en 1977.

El desarrollo de nuevas vacunas requiere millones de dólares en investigación y de 8 a 20 años. Contra el coronavirus de la pandemia, existen hoy más de 165 vacunas en distintas fases de desarrollo. Ocho vacunas están en fase 3, en que miles de personas son vacunadas. Una vacuna china está siendo aplicada a militares mientras la rusa se está usando tempranamente y ha sido comercializada en al menos dos países más para estudios de fase 3 y aplicación temprana. El riesgo del desarrollo tan rápido, sin precedentes en la historia mundial, es alto, como el costo de la pandemia que impulsa el apresuramiento. Es probable que en el primer trimestre del 2021 se empiece a aplicar masivamente más de una vacuna en distintos países. Recién allí tendremos información sobre la efectividad de cada una de ellas, sus efectos indeseables, su costo y su capacidad de proteger a la diversidad del planeta.

Las vacunas salvan 3 millones de vidas anualmente, aunque también 1,5 millones de personas, especialmente niños, fallecen por falta de acceso, por ser pobres. La aplicación de vacunas es difícil, especialmente en adultos. Se requiere desde ahora despolitizar lo que mal se ha llamado la carrera por descubrir la vacuna, cuando por intereses las autoridades empiezan a opinar sin conocimiento sobre su compra y distribución.

Es probable que al igual que Lady Mary y Jenner, los antivacunas junto ahora a políticos poco inteligentes lleven a tener percepciones de peligro que dificulten aún más la vacunación. Investigadores, académicos y médicos son los llamados a guiar el análisis de las distintas vacunas en desarrollo para hacer las recomendaciones de adquisición y distribución. (O)