¿Quién de nosotros se imaginó que algo como la pandemia del COVID-19 paralizaría al planeta y cambiaría nuestra cotidianidad.

Pero, además, quién de nosotros pensó que nuestra frágil economía nacional se vería más mermada aún, de lo que ya estaba. Y que seríamos testigos de una ola de corrupción que, cuando pensábamos que habíamos visto todo, nos ha sorprendido hasta lo inimaginable.

Esto me lleva a reflexionar que la reconstrucción de nuestro país no debe ser realizada únicamente desde el punto de vista de lo económico, lo político, lo financiero, incluso lo productivo.

La verdadera reconstrucción nacional debe darse desde la ética.

Les propongo cinco puntos de los cuales podríamos apalancarnos, no nos olvidemos que todos somos parte del problema, pero también parte de la solución.

- Vivir de nuestro trabajo y de sus frutos honestos.

El nuestro es un país productor, el nuestro ha sido un país que siempre se ha quejado de escasez, sentado en una mina de oro. El consumismo ha dado paso a una ola de corrupción que no ve límites y cada día es más creativa. Por cosas que hemos empezado a ver como aceptables, la cultura del menor esfuerzo y del poco trabajo se ha asentado en nuestra forma de vivir. El reto es cambiar esa forma de vernos como país y como personas, aprender a vivir solo con lo que somos capaz de producir.

- Recordemos que, para tener derechos, debemos cumplir nuestros deberes.

El nuestro es un país en el que a diario reclamamos nuestros derechos, pero ¿cumplimos con nuestras obligaciones? ¿Pagamos nuestros impuestos a tiempo? ¿Remuneramos desde la justicia a nuestros colaboradores? ¡Urge la coherencia!

- Busquemos la resiliencia y la creatividad.

Tenemos que aceptar que estamos en medio de una crisis, pero que nuestra vida no se quede reducida a la queja. Al contrario, que esta crisis nos potencie la creatividad, esa vena emprendedora que nos caracteriza a los ecuatorianos. El trabajo, por más diferente que sea a lo que estamos acostumbrados, mientras sea digno y honesto, es lo que debemos hacer.

-La solidaridad, aquello que nos diferencia como especie.

Todos la hemos pasado mal durante esta crisis de salud que nos aqueja. Pero estoy seguro de que ha habido y sigue habiendo quienes realmente no tengan los recursos para darles el alimento o la medicina a sus hijos o a sus adultos mayores. No volteemos la cara. Poco o mucho, todos tenemos algo que dar. Y que siempre habrá quien lo necesite.

-Dejar a un lado el egoísmo.

El egoísmo hace girar al mundo, es un hecho innegable. Y ese egoísmo latente es la causa de la crisis moral que atravesamos. Pero hay otra cara de la moneda que puede, si no desplazar, sí aplacar al egoísmo: la cooperación.

En las manos de todos está el salir de la crisis en la que este virus nos ha sumido. De uno en uno sumémonos todos y consigamos lo que pareciera imposible. (O)