La luz siempre va unida a la vida y a la verdad en sus diversas concreciones, como la belleza, la fecundidad. Algunas de las realidades en las que se hacen visibles son: la floración de la primavera, el rostro de una niña, el gesto viril de un muchacho, el servicio abnegado y desinteresado de médicos, de enfermeras, de voluntarios. Hay quienes pretenden apagar reflejos de verdad y sombras de mentiras, suprimiendo la libertad responsable de información. Los reflejos de verdad, de fecundidad, de belleza son valiosos si no tienen la pretensión de ser la fuente. Solo Dios es fuente excluyente de sombras.

Hemos de superar dos pandemias actuales; la una, más física, más fácilmente superable; la otra, moral. El conjunto de cuerpos, con o sin nombre, concretiza la pandemia física. Solo el Resucitado conoce el nombre de los que integran ese conjunto: huérfanos, viudos, pobres y ricos, jóvenes y ancianos, cuyos cadáveres se colocan en huecos improvisados. La pandemia moral tiene raíz en la falta de educación, en el mal ejemplo, en la impunidad; se concretiza en sobreprecio, en contratos simulados, en vaciar los fondos de reserva del país, con acciones similares a las de las aves carroñeras, que se alimentan con la muerte, o en ocasión de la muerte, de los que sucumben en la pandemia. La pandemia física actualmente duele más; la pandemia de corrupción moral es más honda, menos traumática; es más nociva con un veneno, que se diluye en el tiempo. Puede ser enfrentada por quienes ejercen la autoridad, si estos no temen ser desautorizados por sus acciones en el pasado. Si temen, se guían por la práctica, resumida en la conocida frase “Hoy por ti, mañana por mí”.

Estas aves se adornan con títulos, con plumaje elegante, con poder influyente. Estas aves desde la altura ven, prevén y aseguran una vida futura cómoda y su escape en un paraíso. Si no hay, debiera haber medios para exigir devolución de bienes “robados”. El país los necesita. A no ser que esté vigente el dicho “Hoy por ti, mañana por mí”. Para exigir que se actúe con respeto al bien común, es decir, de acuerdo al mejor servicio, según normas vigentes, quienes ejercen la autoridad deben tener la autoridad moral. Las aves de alto vuelo, contrariamente a lo que expresan verbalmente o por escrito, dicen con sus hechos lo poco que les importaron los pobres. Algunos pobres no conocen –no se les facilita conocer– la realidad; y sueñan en nuevas promesas.

La pandemia de la corrupción es vieja y por momentos doblegable. Afecta a ricos y a pobres. Algunos ricos se han enriquecido oscureciendo legalmente el robo.

Da escozor llamar “ladrón” a una persona. El calificativo ladrón se pronuncia con temor, porque algunos aludidos tienen poder. ¿Qué nombre dar a los contratistas que triplican el valor de un contrato…? ¿Cómo llamar a los que retardan impasibles cumplir lo contratado de una obra…?, etcétera. ¿Invocar la conciencia…? ¡Es disparar al aire! La palabra conciencia está borrada en la educación pública y en alguna sociedad. Algunos no quieren entender que hoy todos debemos ganar el pan con el sudor de la frente; no con el sudor del de enfrente. (O)