A raíz de la pandemia, se han vertido varias ideas de cómo será el escenario político global una vez que esta se extinga, lo que ha permitido elaborar teorías que van desde “el no cambiará nada de forma radical” hasta la insinuación abierta de que empezaremos a vivir una época de transición, con cambios fundamentales en el orden mundial. Uno de los exponentes más directos en ese sentido es el filósofo esloveno Slajov Zizek, quizás no tan conocido en nuestro medio, pero que es uno de los pensadores más críticos y polémicos en la actualidad especialmente por sus aportes de psicoanálisis y cultura popular, habiendo publicado hace pocos días un breve ensayo titulado Pandemia.

En su obra, Zizek hace un repaso de los efectos de la crisis a nivel personal así como en el sistema político, sugiriendo que la pandemia demuestra que hemos asistido a un verdadero colapso y que la salida debe pasar necesariamente por “una forma de comunismo”, y agrega que “hace falta una plena solidaridad incondicional y una respuesta coordinada a nivel global, una nueva forma de lo que antaño se llamó comunismo; si no orientamos nuestros esfuerzos en esa dirección, entones el Wuhan de hoy puede acabar siendo lo habitual en ciudades futuras”. Zizek también indica que su idea de comunismo es el nombre de lo que ya está ocurriendo, “el gasto de billones para ayudar no solo a las empresas sino también a los individuos se justifica como medida trama para mantener la economía en funcionamiento y evitar la pobreza”, por lo que el dinero ya no funciona al modo capitalista tradicional, sino fuera de “las restricciones de la ley de valor”.

En su ensayo, Zizek no da la visión de un futuro luminoso sino más bien “un comunismo del desastre como antídoto al capitalismo del desastre”, pero más allá de la polémica de la cual se alimenta, Zizek es en realidad un convencido socialdemócrata que cuestiona con fuerza la globalización corporativa y la pérdida de fuerza de los estados en democracias liberales, defendiendo la idea de sistemas de liderazgo más centralizados. A contrario de las opiniones del ensayista, hay quienes consideran que existe mucho de paranoia y oportunismo apocalíptico en sus ideas y que si bien estamos en tiempos excepcionales, ni la naturaleza humana ni la política variarán como consecuencia de esta pandemia, llevando a otros reconocidos filósofos, como Byung-Chul Han, inclusive a sostener que el capitalismo continuará más pujante que nunca.

En fin, disquisiciones intelectuales de pensadores que aproximan a la tesis de que siempre en estas crisis el miedo y la incertidumbre alimentan los deseos de un mundo mejor sin maldad e injusticia, pero que apenas se disipan los momentos difíciles, la dura realidad sigue ahí. Aprovecho para hacer un paralelismo con la tragedia que ha vivido nuestro país, especialmente nuestra ciudad y la enorme responsabilidad de un Estado ineficiente e inoperante. ¿Cambiará esa realidad luego de la pandemia o poco tiempo después los fallecidos serán solo un dato para la estadística? ¿Cambia todo o no cambia nada? (O)