No lo podía creer, me invadió una profunda indignación, cuando en medios de comunicación se informaba de que las adquisiciones para la emergencia sanitaria se estaban realizando con sobreprecio, y el presidente del directorio del IESS manifestaba que aquello se producía porque el “mercado está distorsionado” por efectos del coronavirus.

Recordé la máxima de la escuela griega de los cínicos, que traspolada las teorías económicas de mercado, señala que el mayor precio del producto es del que no existe, y en la lógica de escasez luego vendrá el precio superior porque la demanda excede a la oferta.

Se informa que el contralor del Estado ha solicitado al funcionario del IESS toda la documentación del proceso de adquisición para la auditoría.

Igualmente, los medios de comunicación dan cuenta que en el Sercop se han presentado carpetas de adquisiciones de los años 2012 y 2015 por la compra de materiales que nada tienen que ver con la emergencia sanitaria. ¡Basta de tanta audacia!

Señor presidente de la República póngale la mira a estas adquisiciones de emergencia por medio de sus funcionarios de la Secretaría Anticorrupción y designe veedores representantes de la sociedad civil, porque ya vienen $500 millones adicionales destinados a combatir esta epidemia, para que no le suceda al país igual que con los fondos del terremoto de Manabí, que se alzaron con el santo y la limosna y los culpables gozan en las playas de Miami.

Estos hechos me traen a la memoria aquella frase que, con ocasión del terremoto de Ambato de 1949, se escuchaba en las calles: “para el pobre, la vacuna; y para el pillo, la fortuna.

No, señor presidente, que se castigue con el máximo rigor a quienes se burlan del sacrificio, dolor y lágrimas de los ecuatorianos. (O)

César Molina Pérez,

Quito