Alfred Nobel (1833-1896), científico sueco que inventó la dinamita, instituyó cinco premios que llevan su nombre, uno de ellos es el Premio Nobel de la Paz.
El argentino Alfonso Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, otrora defensor de la democracia, de los derechos humanos y su lucha en contra de las dictaduras militares de su país; ahora, devenido en defensor de los autócratas latinoamericanos que quieren eternizarse en el poder, sobre la dictadura corrupta de Maduro, dijo: “El gobierno de Maduro no es dictatorial, está siendo atacado por Estados Unidos. El chavismo avanzó en superar pobreza y desigualdad”. Asistió a la “premiación” que la Universidad de La Plata le otorgó a Correa, “por su lucha por la comunicación popular” y dijo: “Un reconocimiento al presidente Correa por su compromiso social y los cambios profundos que está llevando a cabo no solo en el Ecuador, sino a nivel continental”; el año pasado propuso la candidatura de Lula para el Premio Nobel de la Paz, quien está actualmente procesado por una colosal corrupción durante su gobierno. Resulta insólito que Pérez Esquivel declare: “Es un honor para mí comunicarles que he postulado al compañero Evo Morales Ayma al Premio Nobel de la Paz del año 2020”, por “el modelo de país con igualdad, justicia social y soberanía que lideró Evo, debe ser reconocido internacionalmente”.
Evo Morales llega al poder en 2006 y convoca a una Constituyente, la cual establece, en su art. 168, “que el presidente será elegido por 5 años y puede ser reelecto en forma continua por una sola vez”.
Morales gobernó por primera vez entre el 2006 y 2009; luego, fue reelegido por segunda vez, de 2009 a 2014. Por resolución del obsecuente Tribunal Constitucional se le autorizó a postularse nuevamente, ejerciendo su tercer mandato, 2014-2019.
Siguiendo el libreto de las dictaduras plebiscitarias, Evo Morales convocó a un referendo para modificar su propia Constitución y poder ser candidato por cuarta vez; el pueblo boliviano le dijo NO el 21 de febrero de 2016.
El Tribunal Constitucional, controlado por Morales, aprobó la reelección indefinida. La justificación de dicho Tribunal fue: que el límite de dos periodos para el mandato presidencial constituía una violación a los derechos humanos del gobernante, por lo que le autorizó a volver a postularse.
La historia de las elecciones de Bolivia del 20 de octubre del año pasado es harto conocida, el fraude obsceno y la autoproclamación de triunfo por parte de Morales exacerbó al pueblo; bajo la presión ciudadana y el retiro del apoyo de la Policía y de los militares, se vio obligado a huir del país.
Ahora, conspirando abiertamente desde Argentina, trató de volver a Bolivia para ser candidato, el Tribunal Supremo Electoral lo inhabilitó; su respuesta amenazante fue: “Si no me puedo candidatizar, sepan que en Bolivia tengo contacto con militares patriotas”. Durante su mandato alentó a la organización indígena conocida como “Ponchos Rojos” para su respaldo y para amedrentar y reprimir a sus adversarios.
Vale la pena recordar que Morales creó la Escuela Militar de la ALBA, “antiimperialista y socialista”, el invitado especial a la inauguración fue el ministro de Defensa de Irán. Además, en 2008, consideró la posibilidad de crear una milicia llamada “Guardia Plurinacional”.
Tampoco debemos olvidarnos de que la revista brasileña Veja, en varias ocasiones, publicó serias denuncias sobre narcotráfico manejado desde el mismísimo “Palacio Quemado”, nombrando a Juan Ramón Quintana como el principal implicado. Quintana era el segundo hombre más poderoso del régimen, durante los catorce años del gobierno de Morales, Quintana ofició doce como ministro de la Presidencia y dos como embajador de Bolivia en Cuba.
Pérez Esquivel no solo que defiende a los dictadores corruptos y represivos, ahora quiere ponerlos a la misma altura de la Madre Teresa de Calcuta, Premio Nobel 1979, postulando al Nobel de la Paz a Evo Morales. (O)