La proximidad de las elecciones o el cambio de autoridades nos genera incertidumbre porque siempre está latente el temor de que la próxima autoridad tome una ruta completamente distinta a la de su antecesor, dejando atrás lo malo pero también lo bueno que pudo haber hecho su adversario político, y emprendiendo desde cero un proyecto que lleve su propio sello pero que generalmente en su periodo queda inconcluso. Es un ciclo de proyectos inconclusos donde solo pierde el país. Y no me refiero a este Gobierno en particular, sino a una conducta generalizada de la clase política ecuatoriana desde que tengo uso de razón.

El destino de las 250 000 familias que dependen del sector bananero no puede subordinarse del vaivén político.

Por eso, en agosto de 2018 se inició el proceso de formación del “clúster” bananero del Ecuador con la participación de cuatro gremios: Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE), Asociación de Comercialización y Exportación de Banano (Acorbanec), Corporación Regional de Bananeros Ecuatorianos (Agroban) y la Cámara de Agricultura de la Segunda Zona.

Un “clúster” es un grupo interconectado de empresas, proveedores especializados e industrias relacionadas. Los países más innovadores han logrado consolidar agendas de desarrollo que vienen desde el sector privado e integran al sector público de forma organizada.

Actualmente el clúster bananero ecuatoriano está en la fase de consolidación metodológica, con la asesoría del Instituto Tecnológico de Monterrey.

La conformación de este clúster permitirá definir una hoja de ruta para el sector, independientemente de las autoridades de turno.

La industria bananera ecuatoriana se enfrenta a múltiples desafíos: excesiva regulación, presión tributaria, aranceles elevados en mercados extranjeros, mayores exigencias laborales y ambientales en la Unión Europea, desventaja por falta de acuerdos de libre comercio versus nuestros competidores y la pérdida de mercados.

Por si fuera poco, hoy debemos enfrentar el coronavirus que ha complicado la llegada de la fruta a países de Medio Oriente, mercado adonde se dirige casi el 15 % de nuestras exportaciones. Por otro lado, en países de Europa, como Italia, o de Asia, como Corea, la expansión del coronavirus obliga a que se implementen mayores controles, lo que causará un impacto decreciente para nuestras exportaciones y eso, a su vez, provocará la saturación del mercado con un exceso de oferta que disminuirá los precios y causará pérdidas en el sector.

Para afrontar estos desafíos, el sector privado no puede hacerlo solo. Necesitamos de flexibilización e incentivos tributarios para dotar de liquidez al sector, simplificación de la tramitología en las aduanas, y dotación de líneas de créditos por parte de la banca pública para los productores bananeros.

Sabemos que la solución no solo viene desde el sector público. Ponemos de nuestra parte y por eso estamos trabajando en la conformación de este clúster que consolidará una visión estratégica conjunta de todos los participantes en la cadena de valor del banano enfocado en la competitividad, la sostenibilidad en lo social y ambiental, trabajando con el objetivo de tener una mayor incidencia en la generación de políticas públicas que busquen crecimiento de las divisas, generación de trabajo y desarrollo de las personas en las zonas rurales. Además, esto permitirá fortalecer las capacidades del sector, un discurso cohesionado, una mejor cooperación comercial, y además facilitará la innovación y la investigación.

En una situación económica compleja, como la que atraviesa nuestro país, el trabajo en equipo para ser más competitivos es obligatorio, no opcional. (O)

* Director de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE).