En Venezuela había una graciosa costumbre. Como estacionalmente se presentaban epidemias de gripe o influenza, la gente las bautizaba con apelativos chuscos. Recuerdo que a una la bautizaron la 111... porque empezaba con uno, seguía con uno y terminaba con uno. A veces el nombre era caricaturesco, como en 1973, cuando la enfermedad fue llamada “la Pinochet”, en alusión al recién iniciado dictador chileno que, véase por donde se lo vea, llegó al gobierno con demasiados muertos. Actualmente cunde la que llamaremos “la gripe Xi”, que no se refiere a la pandemia mundial llamada corrientemente coronavirus, a pesar de que el régimen chino con sus políticas represivas y hegemonistas no ha facilitado el combate de este mal. Precisemos, el sistema de gobierno de la “república” popular china es una tiranía, en la que una oligarquía, el Partido Comunista, ejerce una férrea dictadura. El líder de tal estructura es por hoy Xi Jinping, no se trata de un autócrata al estilo de Stalin o Mao, sin que esto lo convierta en benigno.
Empecemos con el episodio del oftalmólogo Li Wenliang, el primer profesional que advirtió de la epidemia. En diciembre, a través de la red social china WeChat, advirtió a sus alumnos que se cuidaran de una enfermedad similar al SARS (síndrome agudo respiratorio severo) detectada en siete personas que habían estado en el mercado de pescado y carnes de Wuhan. La versión se regó rápidamente. Las autoridades, en una reacción típica de los totalitarismos, obligaron a Li a retractarse e intentaron impedir la propagación de la noticia, con lo que se perdieron días preciosos en los que la gente habría podido tomar precauciones contra la pandemia. El final de la historia fue trágico, Li Wenliang falleció víctima del coronavirus la semana anterior, hecho que las autoridades también pretendieron ocultar.
La enfermedad no hizo que el régimen chino olvide viejas prácticas, como mantener el aislamiento a Taiwán, isla que reclama como suya, a la que no ha permitido asociarse a la OMS (Organización Mundial de la Salud), creando una situación de grave riesgo al quedar la poblada isla al margen de la información y cooperación del organismo. En lo que va del siglo las epidemias de SARS, gripe aviar y dengue se han potenciado allí, poniendo en peligro a toda Asia oriental. La reacción de la “república” popular ya en la emergencia ha sido la previsible dado su poder y dimensiones. Ha impresionado bastante la construcción relámpago de dos grandes hospitales en menos de cien días. Estas medidas han causado en las masas desorientadas de Occidente, especialmente de América Latina, ávida de identidad y orden, la “gripe Xi”, que no es un problema médico sino conceptual. Quienes se infectan comienzan a decir que lo que necesita el mundo son dictaduras al estilo de la China, que a costa de persecuciones, manipulación informativa, autoritarismo, imposición ideológica, construyan aceleradamente hospitales. Como se puede ver es un padecimiento grave e invalidante, yo prefiero correrme el riesgo de una emergencia manejada con transparencia a las trastiendas y corruptelas de una oligarquía totalitaria. (O)







